May
Homilía La Santísima Trinidad
Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)
“ Todo lo que tiene el Padre es mío ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
En el contexto de este Domingo en que celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, el libro de los Proverbios en esta ocasión instruye al hombre de hoy a ti y a mí, acerca de la sabiduría eterna de Dios. Así nos hace reflexionar a cerca de la grandeza de Dios, que es quizá inabarcable para la mente humana. Pero podemos pensar ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? ¿El ser humano para darle poder? Antes de crear el mundo Dios pensó en el hombre. Diseño un camino para que surgiera la revelación plena de Jesús como sabiduría del Padre, Dios mira y contempla esta sabiduría para crear el mundo como imagen en que se reflejan todas las criaturas creadas.
De esta manera podemos contemplar como la sabiduría fue creada antes de todas las cosas, estaba junto a Dios formando parte de su propia naturaleza, habitando en la intimidad divina “yo estaba junto a Él como aprendiz…gozaba con los hijos de los hombres” he aquí que la misma sabiduría se hace mediadora o puente entre Dios y el hombre. La revelación nos presenta a Jesucristo como único mediador entre Dios y el hombre, de esta manera experimentamos la cercanía de Dios que se interesa por el hombre de hoy.
También podemos ver en este texto de proverbios como Dios único Dios verdadero, nos revela su origen y como creador nos muestra en esta sabiduría la imagen de su Hijo amado que nos lleva hacia sí, para que, conozcamos el amor que nos ha tenido Dios Padre al pensar en nosotros y llamándonos a la existencia en su Hijo, nos hace hijos en el Hijo, por ello nos hace colaboradores suyos, en el plan de salvación universal somos llamados a luchar para que Dios Amor sea una experiencia que todo ser humano pueda vivir en su corazón esto nos hará vivir en la verdad y en la paz de una vida llena sabiduría.
La segunda lectura nos enseña cómo vivir a imagen de la Trinidad: viviendo las virtudes teologales. Este es un camino donde el principio es la Fe. Es un camino con una meta a alcanzar, pero a la vez ya está ganado porque Cristo lo ha recorrido por nosotros, pues dice que ya “hemos sido” justificados y que el amor de Dios “ha sido” derramado en nosotros. Todo se ha cumplido en Jesucristo, lo ha ganado para nosotros, el Amor ha sido derramado.
Todo es don de Dios. Pero no podemos cruzarnos de brazos, sino que hemos de obrar como si todo dependiera de nosotros pero sabiendo que todo depende de Dios.
Dios nos quiere comunicar la experiencia de la filiación divina. El Espíritu es el que nos da la fuerza y la alegría en medio de la dificultad, es el que nos da la fuerza para gloriarnos en la tribulación porque en ella encontramos es una ayuda para llegar a Dios. La tribulación nos purifica y nos acerca a Dios, acrecienta en nosotros la Esperanza.
La Fe y la Esperanza nos capacitan para recibir el Amor. El principio es la Fe y el fin la Caridad, o sea introducirnos en el misterio de autodonación amorosa que se vive en el seno de la Trinidad. Nuestra vida es crecer en este Amor, pero sólo lo lograremos apoyados en la esperanza de y creyendo que ese amor ya ha sido derramado en nuestros corazones.
El Evangelio de hoy tomado del discurso de despedida de Jesús a sus discípulos, tiene todo el calor de una despedida de las personas a las que se ama entrañablemente y a la vez un mensaje profundo, como todas las palabras del Maestro.
El Evangelio es una noticia siempre nueva porque aunque en Jesucristo todo está dicho, nosotros lo vamos descubriendo poco a poco.
Es el Espíritu Santo quién nos lo va revelando y por eso tenemos que estar muy atentos a sus inspiraciones. La tercera Persona de la Santísima Trinidad es el “gran desconocido” y también el menos tomado en cuenta en nuestra vida de creyentes. Sin embargo es Él el encargado de hacernos comprender el nuevo orden de cosas, la vida nueva, que sigue a la muerte y resurrección de Cristo. Sin su luz, que nos instruye internamente, no somos capaces ni de conocer a Dios, ni reconocer su paso por nuestra historia. Él nos guiará hasta la verdad plena.
¿Cuál es nuestra verdad? ¿Para que hemos sido creados? San Pablo nos dirá en su carta a los Efesios: “por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados…nos ha dado a conocer el misterio de su Voluntad… para ser alabanza de su gloria”, o sea para participar de la vida trinitaria, en la que el Hijo glorifica al Padre, y el Espíritu glorifica al Hijo.
A eso estamos llamados a glorificar a Dios con nuestra vida. A que nuestra vida sea un continuo: “Gloria al Padre, gloria al Hijo y gloria al Espíritu Santo”.