Nov
Homilía XXXIV Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)
“ Mi reino no es de este mundo ”
Pautas para la homilía de hoy
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
1. En la primera lectura el profeta Daniel apunta ya el talante o estilo de la realeza que celebramos en Jesucristo, El profeta se refiere primero a cuatro grandes imperios con el símbolo de bestias que siembran esclavitud y muerte. En ese contexto aparece otra figura que viene del cielo como un hijo de hombre. Es la nueva humanidad suscitada por el Espíritu, servidora y solidaria de todos desde el amor. Con su nuevo estilo esa humanidad abre “un imperio eterno”.
Posiblemente el único título que Jesús de Nazaret se dio a sí mismo, fue “Hijo del hombre” que seducido por el amor del “Abba”, tiene que ir a Jerusalén y sufrir la muerte injusta, confiando en que el Padre abandona en la muerte. El Hijo del hombre actúa ejerciendo su poder desde el amor sellado con su muerte. Es el estilo de conducta que propone a sus seguidores.
2. La segunda lectura es de Apocalipsis. Un libro profético para animar a la Iglesia que ha sido echada fue de la sinagoga judía y sufre la persecución en el imperio romano. Propone a los cristianos el camino recorrido por Jesucristo. Testigo fiel, primogénito de los creyentes, se abrió totalmente a la Presencia de amor que es el “Abba”. Príncipe de los reyes de la tierra: con su forma de vivir y morir por amor a los demás manifiesta el camino para todos: el poder solo humaniza como ejercicio del amor que sirve.
“Un reino de sacerdotes”. Jesús no fue sacerdote ofreciendo sacrificios rituales en el templo de Jerusalén, sino curando enfermos, incluyendo a los incluidos y combatiendo los demonios que dividen y tiran a las personas por los suelos, siendo totalmente para los demás. Jesucristo vencedor de la muerte sigue siendo luz y camino para todas las naciones
3. El evangelista San Juan en ese apretado texto que hoy leemos ofrece catequesis muy rica y profunda. Cabe acentuar algunos temas de fondo.
Los discípulos han dejado a Jesús solo ante los poderosos que le van a juzgar y condenar. El evangelista dice que Pedro “le seguía de lejos”. Actualizar en la propia vida la realeza de Jesús se llama espiritualidad cristiana. Una tarea que es nueva cada día, en lo cotidiano que no se repite. Suponiendo que nos inspire su mística de amor, nos invita a tomar “nuestra cruz”. Dar sentido a escollos y sufrimientos que nos salen al camino. Siempre conscientes de que la cruz y el sufrimiento salvan. Lo que salva de verdad es el amor que dan sentido a la cruz y al sufrimiento.
Lógicamente verdad es lo opuesto a mentira. En su intervención pública como profeta itinerante una y otra vez Jesús denuncia la mentira de religiosos hipócritas que dicen una cosa y hacen; que acusan a Jesús ante el gobernador romano pero no entran en la sala de juicio para no contaminarse. Y el gobernador romano ve que no hay motivo para condenar a Jesús, pero para crearse problemas acepta también la mentira.
Mi reino no es de este mundo”. Cuidado con la traducción. Porque el “reino de Dios”, o una sociedad fraterna, ya tiene lugar en este mundo, aunque todavía de modo imperfecto y en espera de una plenitud sin sombras. Ese reino ya está aquí como la levadura en la masa, fermentando a la humanidad para que sea más solidaria. No funciona con la lógica del poder, sino con la lógica de la gratuidad o del amor que sirve sin esperar nada a cambio.
Es un reino que lejos de negar sin más la existencia de las autoridades o poderes necesarios en la organización social, los sana del individualismo y los legitima como mediación del amor. “En Jesucristo”, la Iglesia, todavía en proceso de conversión al Evangelio, es signo visible y creíble de la única vocación para toda la humanidad. Eso significa celebrar la fiesta de Jesucristo rey del universo, cuando ansiamos la justicia y la paz pero sufrimos la injusticia, las guerras y desgracias que nos dejan sin palabras.