Dic
Homilía Nochebuena
“ Hoy nos es dado el Salvador ”
Introducción
Tiempo de Navidad
La primera predicación de los apóstoles fue la resurrección del crucificado y su exaltación a la derecha de Dios. La primera fiesta cristiana fue la de la Pascua de Resurrección, la Pascua cristiana por excelencia. La preparación al bautismo que se celebraba en la Vigilia pascual introdujo los cuarenta días de la Cuaresma. El tiempo pascual se alargó luego para culminar, cincuenta días después, en Pentecostés. La fiesta de la Navidad fue más tardía. El primer relato evangélico, el de Marcos, no nos habla del nacimiento ni de la infancia de Jesús. Sí el de Mateo y Lucas. En un principio el hecho de la resurrección y el mensaje de Jesús como distinto del judío adquirió todo el protagonismo de la predicación.
La celebración de la Navidad, al menos de una manera generalizada, tiene que esperar a bien entrado el siglo V. Esta fiesta surge para afirmar la real humanidad de Cristo.. Curiosamente se dudó más de a humanidad de Cristo que de su divinidad. No eran pocos los que no creían compatible que Jesús fuera el Señor con el hecho de ser un hombre más. Se inclinaban a decir que su realidad humana era sólo una apariencia. En el 451 el concilio de Calcedonia zanjó la larga discusión entre escuelas. Cristo fue verdaderamente hombre. Para celebrar esta afirmación dogmática surge de manera generalizada la fiesta de Navidad. Poco después el adviento como preparación a ella.
En Navidad, pues, celebramos sobre todo esa condición humana de Jesús, la naturaleza humana que Dios asume para sí sin mezcla ni confusión, como dice Calcedonia, con su naturaleza divina. Porque es hombre es concebido en el seno de una mujer, nace, se hace presente como un niño más en nuestro mundo y en nuestra historia. Niño sencillo, pobre, nacido miserablemente para que lo que resplandezca sea simplemente su humanidad.
Un niño que necesita de sus padres, vive con María y José, como celebramos el domingo primero dentro del tiempo de Navidad, se somete a la circuncisión como cualquier niño judío. Al final del tiempo de Navidad lo vemos recibiendo a personajes de relieve que ven en él algo más que un simple Niño como celebramos en la Epifaníao manifestación del Señor.
Tiempo de Navidad, pues, para encontrarnos con un niño, inerme y necesitado como todos, de nuestra misma carne. Para descubrir en él al Dios que se abaja hasta nosotros y al ser humano que queda elevado a ser de una naturaleza que es también de Dios: tiempo de la exaltación de la naturaleza humana.
Fray Juan José de León Lastra, O.P.
Hoy nos es dado el Salvador
Introducción
Hoy festejamos la Fiesta de la Nochebuena, la fiesta de la Encarnación del Hijo de Dios que nos invita a hacer fiesta adentro nuestro y a nuestro alrededor por la vida que llega, por lo extraordinario que viene en traje ordinario, que viene en la sencillez de aquel que ni siquiera tenía un lugar para nacer.
Las lecturas nos inundan de signos de vida y alegría: luz, cantos, alabanzas, buenas noticias, esperanza…Pero también nos relatan dolores (como seguramente los habrá tenido María en el parto), cansancios, viajes, temores. Nos hablan de forasteros que no tenían lugar para hospedarse…De signos de vida y de dolor está poblado nuestro corazón y nuestro tiempo pero sabemos que el amor es más fuerte, que a la vida le basta una grieta para florecer y que nacer y dejar nacer adentro es una oportunidad para crecer, para alojar lo nuevo, para florecer, para alimentar las ganas de vivir y los sueños que habitan en nosotros: para hacer nuestro el sueño de Dios.
Recorramos juntos algunas pautas que nos invitarán a reflexionar sobre esta fiesta del Niño, de la Familia, del amor, del dolor y de la esperanza.