Homilía Domingo de Resurrección

Introducción

“Hoy es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo”.

Estas palabras del salmista son una profecía que se cumple hoy plenamente en la resurrección de Cristo. Hoy Dios ha actuado poderosamente a favor de su Mesías y esta actuación nos llena de gozo y alegría, porque vemos en ella la primicia de nuestra propia resurrección. Cristo ha resucitado como el primero de una larga lista de hermanos. El ha resucitado, sí, y nosotros esperamos resucitar con él. Hoy, los que hemos venido a celebrar esta Eucaristía, unimos nuestras voces a un rumor que corre desde hace siglos entre los creyentes, rumor que no se ha apagado aún. Es el testimonio de los que han descubierto que Dios salva, que libera, que hace una promesa de futuro para el ser humano. Como primicia del proyecto salvador de Dios, Jesús de Nazaret ha entrado ya en el futuro que aguarda a todo ser humano. Y desde este futuro, sigue estando con nosotros todos los días, sosteniendo nuestras tareas presentes en favor del Reino de Dios y alentando nuestra esperanza por medio de su Espíritu. Porque la fiesta de la resurrección del Señor no se celebra mediante ritos externos, sino mediante la novedad de una vida nueva.