Homilía III Domingo del tiempo ordinario

Introducción

“Está cerca el Reino de Dios”

Llevando tras de sí desde el domingo pasado algunos colaboradores para su proyecto, Jesús anuncia el programa de su vida y la de sus seguidores: la construcción de un mundo más justo y humano. Es la materialización del Proyecto de Dios, del Reino de Señor en nuestro mundo. Es el comienzo de la predicación de Jesús y la forma de relación con el Dios amor encarnado en Cristo.

Convertíos

Esta realidad del Reino de Dios implica escucha y conversión. Este domingo es el último día del octavario de la semana de oración por la unidad de los cristianos, con el lema “Jesús dice: «Dame de beber»” coincidente con la conversión de San Pablo. La conversión es una de las condiciones necesarias para que dicho Reino de Dios sea realidad. Los ninivitas, pueblo pagano, escucharon la voz de Dios por medio de Jonás, y se convirtieron y Dios mostró su misericordia con ellos sin ningún tipo de miramiento y distinción. “Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida”.

Porque la representación de éste mundo se termina

La verdadera conversión lleva al buen uso de los medios de este mundo para esa construcción del Reino de Dios. Las preocupaciones no deben ser obstáculo porque lo apremiante es que el Proyecto de Dios se haga realidad cuanto antes. Es la relativizar todos a ese proyecto.

La Iglesia también celebra este domingo La Infancia Misionera “Yo soy uno de ellos”. Una Iglesia misionera implica a todos, pequeños y grandes, sin tiempo ni lugar para adormecerse plácida y espiritualmente olvidando la misión de la construcción del Reino.