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Homilía XXXIV Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2011 - 2012 - (Ciclo B)
“ Tú lo dices: soy Rey ”
Introducción
La solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo, cierra el año litúrgico. Un año más en el que se nos ha ofrecido la posibilidad de caminar tras los pasos de Jesús en su seguimiento. Y yendo con el Maestro, hallamos la oportunidad de aprender de Él, escuchar lo que dice, ver lo que hace y procurar comprender “su lógica”–que no pocas veces nos desborda-, como la “lógica” propia de Dios.
¿Es el final o el comienzo de una etapa? Quizás ambas cosas, porque habrá que volver siempre a Galilea para encontrarse con el Resucitado (cf. Mc. 16,7). Y así, el año litúrgico se transforma en una gran metáfora del camino vital de los creyentes hacia el encuentro con Aquel que, sin duda, es Rey, pero en su reino no se reproduce el modo de actuar de “los reyes” de este mundo.
Si cada Eucaristía es acción de gracias, hoy expresamos nuestra gratitud a Dios especialmente porque ha ungido con el óleo de la alegría a su Hijo unigénito, constituyéndolo Sacerdote eterno y Rey del universo. Él ha sido entronizado cuando, víctima inmaculada y pacífica, se ofreció en el altar de la cruz, realizando el misterio de la redención humana. De esta manera sometió a su poder la creación entera, para entregarle al Padre el reino eterno y universal, reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz (cf. Prefacio de la Misa).