Dic
Homilía Natividad del Señor
“ Y Dios habitó entre nosotros ”
Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)
Primera Lectura: (Isaías 52,7-10)
Marco: pertenece a un conjunto que describe el retorno de los exilados a Jerusalén y la misión del siervo del Señor (Is 49-55). La lectura de hoy es un cántico al Señor por la restauración de Jerusalén.
Reflexiones
1ª) ¡Urgencia y belleza de la evangelización!
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz... que pregona la victoria, que dice a Sión: "Tu Dios es Rey". El pueblo de Dios está sometido a un exilio forzoso y violento que se prolongó durante más de cincuenta años en los que Israel se planteó muchas preguntas acuciantes: ¿dónde están las promesas de Dios de una dinastía eterna? ¿dónde están los compromisos de la alianza de habitar siempre en su templo? ¿por qué no ha defendido a su pueblo? ¿por qué guarda silencio? Y Dios envía su Mensajero (anónimo). Hoy recogemos uno de sus más hermosos mensajes. Las Buenas Noticias van siempre precedidas por el sufrimiento y las situaciones límites. ¡Dios reina ya! Estas palabras vuelven a tener un sentido singular en nuestro mundo que también se interroga angustiado. Para los que se plantean interrogantes que les parece no tener respuesta, es necesario que los creyentes se sientan mensajeros en su mundo. Dios sigue presente. Celebramos su presencia salvadora.
2ª) ¡Oferta de salvación sin fronteras!
El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios. Este pensamiento Es característico de su mensaje universal y abierto. La actuación de Dios llegará también un día a todos los hombres. En el lenguaje bíblico "ver" significa participar, entrar en comunión. Ver el rostro de Dios en el templo, es participar activamente en el acto de culto en el que Dios se hace invisiblemente presente. Que todos los confines de la tierra vean la salvación de Dios será el programa de la evangelización según el testimonio de Lucas. Desnudar el brazo significa actuar con tal poder que nada ni nadie se le podrá resistir. Dios hace las cosas de tal manera que nos desconciertan ¿es un niño indefenso, llamado Jesús, la expresión del poder de Dios? ¿cómo se puede descubrir en ese hecho que Dios desnuda su santo brazo? La celebración del Nacimiento del Salvador urge a los discípulos de Jesús a descubrir y luego proclamar que ciertamente Dios ha actuado con poder en su Hijo Jesús.
Segunda Lectura (Hebreos 1,1-6)
Marco: Es el prólogo donde el autor recuerda la historia de las manifestaciones de Dios a través de su palabra. Ahora, en la plenitud de los tiempos, nos ha hablado por su propio Hijo. El autor trata de mostrar la superioridad de Jesús sobre todos los profetas.
Reflexiones
1ª) ¡Dios se ha dignado dirigir a los hombres su última Palabra en su Hijo!
Dios habló antiguamente a nuestros padres por los Profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo... por medio del cual ha realizado las edades del mundo. Dios no dejó nunca de hablar a su pueblo: en el tiempo de la promesa y de las figuras lo hizo por medio de mensajeros humanos; su palabra, una y única, se fue articulando pedagógicamente a lo largo de la historia de la salvación de múltiples formas. En la plenitud de los tiempos esa misma palabra se haría historia entre los hombres. El Nacimiento de Jesús, por el que se hace posible esa presencia en nuestra historia, invita a saborear la pedagogía de Dios. Dios habló por su Hijo su última palabra a los hombres. Ahora guarda silencio, pero quiere que esa palabra siga siendo proclamada en el mundo. Esta es la tarea de los discípulos de Jesús de todos los tiempos ¡y del nuestro! Bellamente dice san Juan de Cruz: es como si Dios se hubiese quedado mudo; si queréis conocer su voluntad escuchadle a Él. Se nos invita con urgencia a la evangelización, a la proclamación de la Buena Noticia de las maravillas de Dios. ¡Así es como deberíamos celebrar la Navidad!
2ª) ¡El reflejo del Padre entre los hombres!
El es reflejo de su gloria, impronta de su ser. El sostiene el universo con su palabra poderosa. La expresión utilizada por el autor de la Carta tiene un valor polisémico (muy rico en significación): huella grabada, impronta, marca o signo distintivo, carácter, trasunto, imagen o representación fiel. Todo esto es Jesús entre los hombres. El hombre había sido creado a imagen y semejanza de Dios. La palabra hecha hombre asume aquel proyecto en su pureza y limpieza, pero elevándolo y trascendiéndolo a la vez. Esta forma de hacer presente a Dios además de ser totalmente nueva, es profundamente humanizadora. En Jesús y sólo en Jesús descubrimos la verdadera grandeza del hombre: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te cuides? lo hiciste inferior a un dios, coronándolo de gloria y esplendor; le diste el dominio sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies (Sal 8, 5-7). La Escritura nos recuerda que nadie puede ver a Dios y seguir viviendo. La celebración auténtica de la Navidad conlleva un compromiso serio de respeto a todo hombre de la raza o nación que sea. En todo hombre y en todo acontecimiento humano se esconde Jesús y espera que le busquemos. No hay que hacer largos viajes ni dispendios para realizar esta búsqueda; a nuestro lado lo tenemos; en nuestras calles. ¿Qué sentimos cuando vemos por nuestras calles o en nuestros puestos se trabajo hermanos de otros color o de otra nación menos desarrollada que la nuestra? Navidad nos invita a entrar en la hondura de todos esos hermanos en los que se esconde Jesús.
3ª) ¡Sentado a la derecha de su Majestad en las alturas!
Está sentado a la derecha de su Majestad en las alturas... Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado. Se resalta la supremacía de Jesús en todos los aspectos. Jesús era el Hijo verdadero de Dios. Quien se acerca la hombre y se hace hombre es el propio Hijo de Dios. En la Encarnación y en la Nacimiento se ha humillado hasta pasar por uno de tantos (Flp 2,6ss). En la humanidad verdadera se ocultaba la verdadera divinidad de la que nunca se despojó. Esto es lo sorprendente y admirable de nuestra fe cristiana. Dios estaba en Cristo oculto pero presente. Y ahora está a la derecha de Dios, para interceder por todos y empujar a la Iglesia hacia la misma meta. Se celebra una auténtica Navidad si realizamos con gozo y autoexigencia estos dos caminos: el que va de mí a mi hermano ofreciéndome a él como un don sin pedir nada a cambio y aceptar a mi hermano como un don-regalo sin resistencias, sin autosuficiencia, sin rechazos, sin sospechas. Todos nos necesitamos mutuamente. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y para siempre (Hb 13,8). De este Jesús dice el mismo autor de la Carta a los Hebreos: Por eso Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos (Hb 2,11).
Evangelio: (Juan 1,1-18)
Marco: Es el prólogo del Evangelio según san Juan en el que se recogen gran parte de los temas que desarrolla en el cuerpo de su escrito. Está estructurado en la forma que los semitas llaman quiasmo: todo está en función de un centro que se resalta especialmente. En este caso son las palabras: los que acogen la Palabra adquieren el derecho-poder de llegar a ser hijos de Dios (vv. 12-13). El prólogo es una síntesis de las actuaciones de la Palabra. La Palabra se hizo historia (hombre) para que los hombres puedan llegar a ser hijos de Dios.
Reflexiones
1ª) !La Palabra del Padre dirige la historia de los hombres!
La Palabra estaba junto a Dios... Por medio de ella se hizo todo... Era la Luz verdadera que alumbra a todo hombre... Al mundo vino y en el mundo estaba. El relato de la creación (Gn 1) nos enseña que Dios lo hizo todo por la Palabra y el Espíritu. La Palabra que existía más allá del "principio", es decir, más allá del tiempo. En nuestro lenguaje es lo mismo que decir que era eterna. Los hebreos acostumbran a pasar de lo concreto a lo universal por abstracción temporal, es decir, retrocediendo hasta un punto en el que comienza el tiempo. Lo que hay más allá de este comienzo temporal es lo eterno y los trascendente. La Palabra pertenece a la eternidad y estaba al lado de Dios y era Dios verdadero. Es Dios y es Creador. Esta presencia de la Palabra en la creación entera ha dejado su huella, su presencia misteriosa sin confundirse en su naturaleza con ella. El evangelista de su presencia en la historia de todos los hombres sin excepción, porque todos existen y son hombres por la Palabra y el Espíritu. Toda la humanidad es invitada en el acontecimiento del Nacimiento de Jesús a contemplar en aquel niño el sentido profundo de su propio ser. La Iglesia quiere que el día de Navidad dirijamos una mirada respetuosa y amable a la creación. Se nos puede antojar algo desconcertante: ¡Ese niño es la Palabra eterna de Dios por la que lo creó todo! desconcertante pero cierto. El creyente ha de ser un testigo de estas profundas experiencias entre los hombres. Se invita a los creyentes a mirar de otro modo a los hombres procedan de donde procedan. ¡Qué distinta sería nuestra Navidad si no nos perdiéramos en ruidos y superficialidades y entraremos en la hondura del acontecimiento real!
2ª) ¡La palabra habitó en el pueblo de Israel!
Vino a su casa y los suyos no la recibieron. El Génesis (12.2-3) recuerda que Dios llamó a Abraham para una gran misión. Con Abraham nace un nuevo pueblo, el pueblo de Dios. Este pueblo se constituye por una palabra expresada en promesa y alianza; se consolida en el desierto por una palabra-alianza; sigue su proceso hacia el futuro alimentado por una palabra-promesa mesiánica; y nunca le faltó la presencia de los pregoneros que fueron los profetas encargados de actualizar y enriquecer la presencia de la palabra en Israel. Sabemos que la historia de la salvación fue una constante dialéctica de fidelidad a su palabra (Dios) y rechazo de la misma (pueblo). Vino a los suyos y los suyos no la recibieron. Pero Dios sigue adelante con su proyecto. Y hoy celebramos en el sacramento la presencia definitiva de esta palabra. El evangelista sintetiza en una sola frase toda la historia de la salvación recogida en los libros del Antiguo Testamento. La historia de la salvación se escribió para nuestra enseñanza. Todas estas cosas que les sucedieron a ellos eran como ejemplo para nosotros y se han escrito para escarmiento nuestro, que hemos llegado a la plenitud de los tiempos (1Cor 10,11). Los creyentes podemos entrar en diálogo con la Palabra más directamente por la presencia humana en Jesús. Nuestro mundo necesita esa palabra de aliento, de humanización y dignificación. Una palabra que le abra al horizonte que Dios ha preparado para los hombres. Nos urge hacerla presente, tangible, creíble. Y esto es tarea de los discípulos de Jesús hoy.
3ª) ¡La Palabra se hizo hombre-historia!
La Palabra se hizo hombre y acampó entre nosotros. El evangelista piensa en la vida de los nómadas que se desplazan según las exigencias de sus rebaños levantando y plantando la tienda siempre que sea necesario. La palabra eterna de Dios habita entre los hombres como en una tienda. No significa que su presencia sea sólo temporal. Significa que está siempre en movimiento. Que la Encarnación, el Nacimiento de la Palabra se ha realizado para llevar al hombre a la meta final. Pero para ello ha asumido nuestra propia naturaleza en todo menos en el pecado (Hb 4,15). Las expresiones del evangelista sugieren, dentro del marco de la antropología hebrea, que la Palabra se ha hecho hombre con toda su capacidad de sufrimiento, de comunicación y de solidaridad. Y este pensamiento es importante para el enfoque de nuestra vida. La celebración de la Navidad nos permite actualizar hoy aquel gesto incomprensible pero verdadero. En nuestra peregrinación por este mundo alguien camina junto al hombre, junto a todo hombre. El creyente es llamado para hacer visible esta verdad tan necesaria para el hombre.
4ª) ¡La acogida de la Palabra nos da derecho a ser hijos de Dios!
Pero a cuantos la recibieron, les da poder-derecho para ser hijo de Dios. Todo el proceso de la Palabra eterna en la creación, en la historia de los hombres, en la historia de Israel y en la Encarnación tienen una finalidad que a los que la reciben les da poder-derecho a ser hijos de Dios. Esta es la gran novedad de la Encarnación en el pensamiento del evangelista. Dios ha revelado su Palabra y la ha enviado al mundo para nuestra salvación. La salvación de los hombres, el reencuentro con Dios que le permitirá conseguir su plena humanización y su dinámica comunión con los demás, ha sido la finalidad de todos los dones de Dios. Especialmente del don de la Encarnación y presencia de la Palabra en un hombre. Así cierra el evangelista su relato: Esto ha sido escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios; y para que, creyendo, tengáis en él vida eterna (Jn 20,31). El hombre, además de ser imagen de Dios por la presencia de la Palabra y del Espíritu, es su propio hijo adoptivo con todos los derechos: Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo (Rm 8,17). Esta es la verdadera Navidad. Somos invitados a disfrutarla profundamente, a compartirla generosamente, a actualizarla constantemente en el medio vital que nos ha tocado en suerte vivir. Esta estilo de vivir Navidad es el que necesita el hombre de hoy en realidad, aunque no lo acabe de comprender. Y nosotros, como los pastores, somos invitados a comunicar a todo el mundo lo que hemos visto (creído) y experimentado.