Dom
25
Mar
2018

Homilía Domingo de Ramos

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

Verdaderamente este era Hijo de Dios

Introducción

Con el Domingo de Ramos, transcurridos los cuarenta días de la Cuaresma, alcanzamos, junto a Jesús, la ciudad de Jerusalén, meta del itinerario de su ministerio público y lugar de su manifestación como Hijo de Dios y Mesías. En Jerusalén, en la Pascua, se inicia la aventura cristiana.

El Domingo de Ramos, pues, nos introduce en el corazón del misterio pascual que, durante la Semana Santa, vamos a revivir y actualizar. En este sentido, el Domingo de Ramos es el pórtico pedagógico que nos adentra en lo que somos y creemos.

Esta pedagogía es consecuente: la tristeza y el gozo, la muerte y la vida, se dibujan ya en los textos que van a ser proclamados. La Pascua está ahí haciendo notar su fuerza y su sentido. Por un lado, el evangelio de la fiesta del día nos traslada a la entrada triunfal de Jesús en la ciudad santa. Allí es recibido con gritos de júbilo como el que viene en el nombre del Señor a traer el Reino. Por otro, los textos de la liturgia de la palabra evocan la muerte; principalmente el relato de la Pasión de Marcos. En la dinámica de este claroscuro que recorre la vida del Nazareno, y que alcanza su culmen al final de la misma, se juega el ser o no ser cristiano. El Domingo de Ramos, por tanto, no solo introduce, sino que anticipa lo que se va a celebrar después paso a paso. Este es gran su valor pedagógico. Desde él se ha de celebrar y vivir. La celebración de hoy continuará en el Triduo pascual.