Abr
Homilía IV Domingo de Pascua
Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)
“ Yo soy el buen Pastor ”
Introducción
El IV domingo de Pascua es conocido como «domingo del Buen Pastor». Una jornada ésta en la que se nos invita a orar por las vocaciones. Cuando hablamos de vocación estamos hablando de entrega. Sí, de una entrega generosa y libre que aporta cada día la gran oportunidad de darse: lo vivido en comunidad, lo estudiado y aprendido, lo experimentado en la oración, lo que se ama… lo que es. La plenitud que se experimenta fruto de la vocación es cierto que es una compensación interior, espiritual si se prefiere, pero no por ello carece de valor, sino todo lo contrario. Por ello, la compensación a la que se tendría que aspirar, vocacionalmente hablando, es a la sonrisa del enfermo, el cariño del preso, las lágrimas agradecidas del anciano, la ilusión del joven, a la acogida del inmigrante, la serenidad del rechazado… esa es la mejor remuneración: el placer de aliviar el sufrimiento del otro. Porque la valoración de la entrega es muy difícil de calcular y de calibrar, pero se trata de un estado de ánimo que permite acercarnos y acariciar la plenitud de la felicidad. Ahora bien, siempre y cuando esa entrega sea «oliendo a oveja».