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Homilía Vigilia Pascual
Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)
“ No busquéis entre los muertos al que vive. ¡Ha resucitado! ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
La historia de la salvación
Las lecturas que nos ofrece esta Vigilia resumen la Historia de la Salvación.
Comienzan con el relato de la creación porque en la resurrección de Jesús se recrea la humanidad, y con ella el cielo y la tierra son cielos nuevos tierra nueva, como proclama Ezequiel en la profecía que recoge esta vigilia. Se nos recuerda la Pascua judía, la salida hacia la libertad, no más esclavitud, tras pasar Dios por los hogares de los judíos. En la nueva Pascua, la cristiana, el Dios que pasó por nuestra historia, como un hombre más, sometido a la tiranía humana, que le llevó a la muerte aparece libre de los lazos de la muerte, gozando de vida plena y abriéndonos a nosotros a esa vida.
El texto evangélico
Es el relato de Lucas. Lucas habla de mujeres y conocidos que siguen de lejos el momento de la muerte de Jesús. Es el único evangelista que no ofrece el nombre de las mujeres en el Gólgota. Sí lo ofrece en el momento de descubrir el sepulcro vacío. El signo de la resurrección. Pero sobre todo son las mujeres quienes escuchan la noticia, la gran noticia, que comunican los dos hombres de vestidos refulgentes. No busquéis entre los muertos al que vive. ¡Ha resucitado! Ellas la comunicarán a los apóstoles. Son las primeras testigos del triunfo del Crucificado: apóstoles de los apóstoles. Fueron testigos que se expusieron al desprecio de ellos, juzgaban deliraban.
La Pascua de Jesús se alcanzó en la vida, en concreto en los últimos momentos de su vida.
Proclamamos hoy el final feliz de los duros acontecimientos que celebramos en los dos días previos. Jesús, tras proclamar el amor como lo esencial de la vida, habiendo amado a los suyos hasta el máximo, jueves santo, abandonado de éstos, condenado por otros acabó su vida en la cruz, viernes santo. Mantuvo su amor a los hombres y la fidelidad al Padre hasta el último momento. Ese amor, más fuerte que la muerte, le llevó a la resurrección. Al triunfar el amor triunfa el ser humano en la plenitud de su ser. Jesús vive definitivamente en el ámbito del amor pleno. Y lo derrama entre nosotros, porque su resurrección no le aparta de nuestra historia.
Nuestra Pascua
¿Qué hacer nosotros? San Pablo nos lo dice: morir al pecado y abrirnos a la vida. Desterrar de nosotros la muerte, lo que nos degrada como seres humanos, lo que nos separa de Cristo, lo que no está de acuerdo con el Evangelio, vivir para Dios: Vosotros consideraros muertos al pecado y vivos para Dios. Para el Dios autor de la Vida, que le dio a Cristo la vida plena. Que así sea y podamos desearnos con sinceridad unos a otros: ¡Felices Pascuas! Y, como las mujeres, proclamar el acontecimiento central de la historia y de nuestra vida.