Abr
Homilía Tercer Domingo de Pascua
Año litúrgico 2008 - 2009 - (Ciclo B)
“ Y en su nombre se predicará la conversión ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
Ideal de vida cristiana
Por la identificación con la persona de Jesucristo recibimos de Dios la salvación; a través de nuestra conversión personal, movidos por el Espíritu, podremos desarrollar un cambio de conducta propio y comunitario, que nos separe del pecado y nos incorpore a la vida nueva en Cristo Jesús. Tal ha sido el itinerario cuaresmal camino de la Pascua, y constituye el marco del ideario de vida feliz, que nos brinda la resurrección de Jesucristo, como obra del amor.
Nuestra sociedad
Ya Pablo VI resaltó la necesidad de una nueva “civilización del amor” donde la justicia estuviera integrada y sublimada por la caridad.”Las relaciones de fuerza no han logrado jamás establecer efectivamente la justicia de una manera durable y verdadera”. El compromiso por una civilización del amor debe ser, pues, prioritario.
Juan Pablo II insistía: “De nosotros depende que triunfe la civilización del amor, o la civilización, que mejor debería llamarse in-civilización, del individualismo, del utilitarismo, los intereses opuestos, los nacionalismos exasperados y los egoísmos elevados al rango de sistema… La Iglesia siente la necesidad de invitar a cuantos se interesan de verdad por el destino del hombre y de la civilización a unir sus recursos y su esfuerzo para construir la civilización del amor”.
Por su parte, escribe Benedicto XVI en la encíclica “Dios es amor”: “En un mundo en el cual a veces se relaciona el nombre de Dios con la venganza, o incluso con la obligación del odio y la violencia… éste es un mensaje de gran actualidad y con un significado muy concreto. Por eso en mi primera encíclica deseo hablar del amor, del cual Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar a los demás”.
Dice el Papa: “Dios actúa siempre con amor porque es amor” porque en Dios el amor es una realidad única. En la naturaleza humana, amor de hombre y amor de Dios (Eros y ágape) filantropía y caridad, razón y fe, justicia y perdón, están destinadas a encontrarse y a integrarse en una civilización del amor.
Progresión amorosa en la conducta humana
Si quieres la paz prepara la guerra, decían los antiguos, intentando demostrar que la paz se conseguía con el triunfo en las batalla; y el mejor de todos ellos era el que llevaba al adversario a reconocerse inferior y aceptarlo en su capitulación.
La paz, como obra de la justicia. Dar a cada uno lo que le corresponde; respeto a la ley natural en la que son reconocidos los derechos ajenos; la paz en la sociedad como fruto del quehacer de los buenos gobernantes. La administración de la justicia puede a veces exigir ocasionalmente el uso de la fuerza, de la violencia, a modo de excepción.
La paz verdadera como consecuencia del amor. La historia de las civilizaciones ha demostrado la perpetuidad de las guerras, luchas fratricidas (de toda índole) y el fondo egoísta que subyace en la naturaleza humana, que solamente es vencido por el amor maduro, generoso, servicial.
Resucitar por medio de la conversión
Aceptar a Cristo resucitado es aceptar como importante en nuestra vida concreta, la de ahora, la de todos los días, que necesitamos cambiar de vida, morir en la renuncia a las riquezas, el poder, el placer narcisista; a las malas relaciones con los demás, para resucitar a otra forma de existencia, justa, santa.
Comencemos creyendo en nuestra resurrección interior, en que es posible cambiar de vida; más aún, que debemos cambiar de vida, y que nadie lo puede hacer por nosotros mismos si nosotros no lo aceptamos. El Reino de Dios -resurrección- comienza a ser realidad en el momento en que se inicia el proceso propio de conversión.
Quien dice que conoce a Dios y no guarda los mandamientos, en expresión de san Juan, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda sus palabras ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. El pecado del que hemos de salir (resucitar) es el que mata la sonrisa y la alegría, mata el amor, mata la relación afectuosa de esposos, mata a los hijos, mata la armonía social: Podemos permanecer “vivos” matando la misma vida.
Ser santo es interesarse por los “otros”: es decir ayudar a los más necesitados, compartir la alegría de la mesa, aliviar dolencias de los enfermos, escuchar a quienes viven en soledad, acoger a emigrantes, etc. Resucitar es vivir ahora, a diario, de un modo nuevo en familia, en el matrimonio, en la política, las relaciones profesionales o de trabajo, en la vecindad: Es vivir en justicia y santidad verdadera, vivir en veracidad, guardando los mandamientos. No esperemos a resucitar en el último día solamente; ahora es tiempo propicio para comenzar.
Aplicaciones a la vida real de resucitados con Cristo
Asumamos la existencia de tres niveles afectivos en el ser humano (eros, amistad, ágape) con exigencias y necesidades funcionales complementarias y diferenciadas, que con el paso del tiempo requieren:
- integración de los niveles sensibles (sentimientos y emociones) con la voluntad;
- integración madurativa posterior de ellos con la caridad sobrenatural (Ágape)
Teóricas:
Movidos por el Espíritu aceptemos que Dios-amor se hace presente en la vida cotidiana, personal, de todos. Puede resultar misterioso el hecho, tanto referido a nuestro propio YO cuanto a los demás. Afirmamos como cierto que Dios está presente en todos y cada uno de los hombres.
Prácticas:
Descubriendo y cultivando el ser y obrar del laicado cristiano, que hace compatible fe y cultura:
- En la actual crisis social desde el Amor (de Dios y humano) que vivifica espiritualidad y profesionalidad, vida escondida en Dios y manifestada en la transformación del orden temporal. Se trata de mantener coherencia de vida en el pensar, decir y obrar.
- En la Iglesia (hacia dentro) desarrollando el Amor hacia su plenitud, desde su propia espiritualidad secular, individual y conyugalmente. ¡Enormes posibilidades diarias!