Dom
26
Sep
2010

Homilía XXVI Domingo del Tiempo Ordinario

Año litúrgico 2009 - 2010 - (Ciclo C)

Lo que sembremos será nuestra recompensa en la vida

Introducción

Las lecturas de hoy nos muestran el gran peligro que conlleva el egoísmo: la destrucción del elemento más importante de la creación de Dios, el ser humano.

Esto es algo que irrita tremendamente a Jesús, que además advierte de que la consecuencia de nuestro egoísmo repercute directamente en nosotros ya que nos priva de lo que verdaderamente puede hacernos plenamente felices: el compartir lo que tenemos y lo que somos por puro amor.

Todos estamos conectados por el mismo Espíritu que nos creó, y todos tenemos la libertad de hacer que esos lazos fructifiquen de forma positiva uniéndonos como la gran familia de Dios (aumentando la solidaridad, la justicia, la caridad que nos hermana…), o de forma negativa separándonos (favoreciendo el egoísmo, la injusticia, el dolor… que acaban aislándonos en nuestra propia miseria desheredándonos).

Sólo desde el nuevo Reino de Dios que predica Jesús con el ejemplo de su vida compartida y entregada hasta el extremo, es posible restaurar las situaciones de injusticia, esclavitud, hambre, persecución, sufrimiento en definitiva, que impiden que se cumpla el proyecto último de Dios: la plena realización y felicidad de todos.