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Homilía II Domingo de Pascua
Año litúrgico 2013 - 2014 - (Ciclo A)
“ Dichosos los que crean sin ver ”
Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)
Primera lectura: Hechos 2,42-47.
Marco: El fragmento corresponde al primer sumario sobre la vida de la comunidad. La consecuencia de la aceptación del Mensaje Pascual fue la constitución de una comunidad alrededor de los Apóstoles. El Misterio Pascual proclamado y aceptado crea la comunidad cristiana, el nuevo Pueblo de Dios.
Reflexiones:
1ª) ¡La comunidad de Jesús, una comunidad pascual!
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. La verdadera proclamación del Mensaje Pascual y su aceptación sincera produce la comunidad. Pascua y comunidad van inseparables. En el acontecimiento pascual se han derribado todos los muros de separación. Ha sido liberado el hombre de la ley, del pecado y de la muerte. Por eso es posible la comunión: "sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida en que amamos a los hermanos, en que podemos vivir en comunión". Así nos lo recuerda admirablemente el autor de la Primera Carta de Juan en 1,1-3: y nuestra comunión es con el Padre y con el Hijo.
2ª) Pascua y solidaridad.
Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. El autor del libro del Deuteronomio enseña que cuando el pueblo entre en la Tierra Prometida no debe haber ya pobres entre ellos. El Acontecimiento Pascual fundamenta la más honda solidaridad. El compartir los bienes no se impuso como una regla, brotó como una espléndida manifestación de la experiencia de vida y de resurrección. La fe cristiana y la experiencia pascual tienen que manifestarse en la solidaridad a todos los niveles. "Si alguno dice: 'Amo a Dios', y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve" (1Jn 4,20). El autor de la Primera Carta de Juan nos recuerda: y que vuestro amor no sea de boquilla, sino "de obra y de verdad" (1Jn 3,18).
3ª) Pascua y comunidad a la escucha de la Palabra.
Los que aceptaron el mensaje eran perseverantes en la enseñanza apostólica, en la Fracción del Pan, en el compartir los bienes y en las oraciones. Son los cuatro pilares de la comunidad. No debe fallar ninguno de ellos. Los cuatro se interrelacionan y se ayudan mutuamente. La escucha perseverante de la Palabra y la participación en la Fracción del Pan establecen y crean la comunión con el Resucitado que se manifiesta en la comunión y en la oración compartida. Sólo así la comunidad puede testimoniar ante el mundo de que Jesús está realmente vivo y es la esperanza en un mundo dividido y agresivo contrario a la comunión y a la solidaridad.
4ª) Pascua y crecimiento de la comunidad
Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén... eran bien vistos de todo el pueblo y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando. El testimonio apostólico en favor de la Resurrección de Jesús y el testimonio silencioso de la comunidad que vive fraternalmente empujaba a otros a sumarse a la comunidad: "día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando". La Pascua es la fuerza que empuja a la Iglesia a su crecimiento y a su madurez constante empujándola a ser "signo de salvación para todo el mundo". El pueblo de la esperanza sabe que en el momento más importante de la intervención de Dios a favor suyo (en la liberación de Egipto y en el Éxodo) su Dios se prodigó en prodigios que hicieran posible la liberación. Y los realizó por medio del gran profeta que no tuvo otro igual a él, Moisés. Ahora comprueban algo parecido y deducen que Dios está interviniendo en la historia de manera poderosa. Por eso se sienten impresionados. Y todavía más cuanto que no se ven acontecimientos ostentosos de carácter público como en el Éxodo. La pregunta lógica y adecuada era la siguiente: ¿Qué está ocurriendo entre nosotros? Es necesario dejarse interrogar por los signos para acceder a la verdadera fe que desborda siempre los propios signos. Los signos apuntan a otra realidad más importante: la misión liberadora de todo un pueblo por medio de Moisés; la liberación de toda la humanidad de los lazos de la muerte por medio de Jesús de Nazaret resucitado de entre los muertos.
Segunda lectura: 1Pedro 1,3-9.
Marco: Es el saludo solemne de la Carta. Está dirigida a comunidades perseguidas por la fe dispersas en distintas regiones.
Reflexiones:
1ª) ¡Generosa misericordia de Dios!
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia nos ha reengendrado a una esperanza vivificante. La Pascua perpetúa el don del amor de Dios ofrecido al mundo en la Cruz. Expresión suprema y perfecta de la misericordia de Dios volcándose en favor del mundo, en favor de los hombres que, en definitiva, somos imágenes y semejanzas suyas. Ciertamente Él nos ha creado para la vida y para la felicidad y ese plan lo ha truncado el hombre. Pero Dios no se ha desentendido nunca del hombre imagen suya. Dios sabe muy bien que la más terrible esclavitud del hombre es el miedo a la muerte. Y como es Fiel, como es Dios y no un hombre, santo en medio de su pueblo (Oseas 11) responde al hombre por medio de su Hijo Resucitado. He ahí el proyecto verdadero de Dios sobre la humanidad. He ahí el motivo de la esperanza: el Dios Misericordioso es Fiel y cumple su Palabra. Es necesario proclamar ante nuestro mundo esta gran esperanza que se fundamenta en la gran experiencia de la misericordia de Dios para llevarnos de nuevo a la vida sin fin y feliz. Y el Príncipe de este camino hacia la vida, el que abre camino hacia la vida es Jesús Resucitado (Hechos; Carta a los Hebreos).
2ª) La Pascua raíz y fundamento de la esperanza.
Nos ha reengendrado a una esperanza vivificante por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. El autor de esta carta relaciona directamente la Resurrección de Jesús con la esperanza cristiana. Esta virtud teologal se fundamenta en la Bondad y en el Poder de Dios. La resurrección es la expresión culminante del Poder de Dios. La resurrección expresa más y mejor el Poder de Dios que incluso la propia creación de la nada. Porque en la resurrección de Jesús todos los hombres son llamados e invitados a la vida para siempre. Pues bien, esta es la razón por la que la esperanza cristiana y la Resurrección de Jesús están íntimamente relacionadas. La expresión petrina es vigorosa: "Por medio de la Resurrección de Jesucristo nos ha reengendrado a una esperanza vivificante".
3ª) Pascua mantiene la esperanza en la persecución.
La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas; así la comprobación de vuestra fe se resolverá en gloria y honor. No podemos olvidar que esta Carta ha sido escrita para alentar a los cristianos sometidos a la persecución y a la muerte. La esperanza fundamentada en la Resurrección es la respuesta ante la persecución. Pedro les remite al momento fundamental: aquel en que fueron reengendrados. Aquel momento sacramental les injertó e incorporó Jesús sacramentalmente (porque no podía ser de otro modo) pero no por ello menos real, sólo que todavía en primicias. Ahora son perseguidos cruentamente con lo que participan realmente de la muerte de Jesús (ya no sólo sacramentalmente) luego han de levantar el ánimo y la esperanza porque se acerca, es inminente ya su resurrección real con Jesús (y ya no sólo sacramental). Por eso esta Carta es de un vigor extraordinario. Y con un mensaje para los creyentes de hoy fuerte y consolador: muchos creyentes (bautizados por tanto) están participando del martirio incruento ("a plazos" lo llamaba J.L. Martín Descalzo) de la silenciosa persecución de la incomprensión, aislamiento o frontal rechazo verbal o de actitudes. Estos son los momentos propicios para renovar nuestra fe y nuestra esperanza pascual que inyectan ánimo en nuestras vidas históricas concretas.
Evangelio: Juan 20,19-31.
Marco: Seguimos proclamando el Evangelio de Juan.
Reflexiones:
1ª) El estado de ánimo de los discípulos tras el aparente fracaso de la Cruz.
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. El acontecimiento de la cruz fue realmente desolador y un escándalo para los discípulos, aunque Jesús les había anunciado su destino repetidamente. Pero ellos no estaban capacitados para comprender aquel anuncio. San Lucas que, normalmente, se distingue por su delicadeza con los discípulos y sus dificultades para entender a Jesús, llega a afirmar con motivo del tercer anuncio de la pasión: "Ellos nada de esto comprendieron; estas palabras les quedaban ocultas y no entendían lo que había dicho". Estas palabras reflejan adecuadamente el estado de ánimo de los discípulos cuando se encuentran ya a las puertas de Jerusalén, a las puertas de la Pasión. Así se tiende mejor la expresión del fragmento evangélico de hoy "estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos".
2ª) Jesús se hace presente y se identifica.
En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Sólo en el marco descrito anteriormente se comprende lo sorprendente de la aparición de Jesús para los discípulos. Y es Jesús quien toma la iniciativa de acercarse a los suyos. El saludo y la presencia representan la respuesta definitiva a los que habían de ser sus testigos por todo el mundo. Jesús comienza por relacionar su situación actual con la anterior. Era necesaria esta profunda identificación. El que vivió realmente en esta historia nuestra y murió en un aparente fracaso ahora está vivo, vencedor de la muerte. El Crucificado y el Resucitado son el mismo. Era necesario caer en la cuenta en esta identificación que asegura la continuidad del proyecto de Dios y aleja la tentación de separarlos, como ocurrirá más adelante y más de una vez. Esta identificación es el fundamento de la fe cristológica y de la oferta sincera de salvación hecha por Dios.
3ª) Pascua, fuente de la verdadera alegría.
Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Paz y alegría son frutos exquisitos resultado del acontecimiento pascual. Sabemos que la esperanza engendra alegría. La alegría es un motivo que aparece repetidamente en las apariciones del Resucitado. La alegría que es un bien mesiánico, que alcanza a la profundidad del hombre. Porque Dios mismo quiere al hombre feliz. La resurrección responde de este modo a otro de los anhelos más profundos del hombre que es la necesidad de felicidad auténtica. Una alegría que en el estadio de peregrinación la Iglesia habrá de amasar con la persecución y las amarguras de las dificultades. Pero estará siempre presente como oferta del Cristo Glorioso presente entre los hombres.
4ª) Experiencia humana y fe en el Resucitado.
Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! En la primera aparición no estaba Tomás con ellos. Cuando aparece, los discípulos le comunican su experiencia, el encuentro con el Resucitado. Jesús está realmente vivo. Pero Tomás no lo cree, quiere experimentar, quiere palpar las señales de la muerte para entrar en las señales de la vida. Jesús se aparece de nuevo cuando están todos, incluso Tomás. Y se dirige a él y le afea la falta de fe en el testimonio de sus hermanos. Tomás experimenta y cree. Pero una cosa palpa y otra cree. Paradójicamente el acto de fe de Tomás es el más perfecto de todo el evangelio: Señor mío, y Dios mío. En cierto modo, es la cima de todo el relato joánico que busca este acto de fe en la presencia de Dios en la humanidad: "la palabra se ha hecho historia en Jesús". La encarnación que fue donación gratuita y generosa de Dios se convirtió en un obstáculo para los hombres que no podían ir más allá para encontrarse con la Palabra, con el Unigénito de Dios. Tomás nos empuja y nos indica el camino para el encuentro de fe: a partir de la experiencia humana de Jesús es necesario y gozoso encontrarse con su verdadera identidad.
5ª) Dichosos los que creen sin haber visto.
¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto. Esta bienaventuranza espléndida es una respuesta a las preocupaciones de los cristianos de finales del s.I que preguntan al Apóstol dónde apoyar su fe. Y el evangelista les recuerda que el camino es el Jesús real y humano. La fe entra así en el campo de las bienaven-turanzas. Dichosos los que se fían del testimonio en favor de Jesús. Pero esta dinámica producirá siempre dificultades, porque los motivos de credibilidad quedan muy cortos ante la realidad a la que quieren conducir. Por eso se les declara felices a los que son capaces de superar el "escándalo" o la "precariedad" de los motivos de credibilidad y se abren a la acción y presencia del Resucitado.