Sep
Homilía XXVI Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)
“ Los mandamientos del Señor son enteramente justos ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
"Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos"
Otro gallo nos cantaría, y no el de Pedro precisamente, -recordándonos que habíamos fallado al Maestro-. Seríamos de otra forma, viviríamos más contentos, como nos pide Francisco, transformaríamos evangélicamente el mundo y la gente realmente cuchichearía: "mirad cómo se aman". Guillermo Rovirosa lo dijo con otras palabras: “Todo consiste en no pasar de largo, moviendo la cabeza, delante de Cristo en la Cruz, y en no pretender adaptar las enseñanzas del Nuevo Testamento a las propias conveniencias”. Si leyésemos el evangelio completo, también lo incómodo, también lo complicado, nuestra vida cambiaría, claro que sí.
Por ejemplo, este texto de Santiago: "El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste".
¿Podemos seguir viviendo en medio de la tranquilidad, la seguridad y la comodidad de lo que poseemos mientras otros hermanos/as nuestros, segadores, obreras, explotados, refugiadas, inmigrantes, traficadas, menores indefensos, habitantes del sur de las ciudades, los continentes y el mundo... malviven, trabajan, cruzan mares, mueren ahogados o son esclavizados a cambio de una vida (¿mejor?)?
Sus "gritos llegan a oídos" de nuestro Padre-Madre misericordioso y compasivo y, sin embargo, nosotros y nosotras, carne de su carne, ¿seres humanos? igual que ellos y ellas ¿no los escuchamos? ¿Seguiremos indiferentes e inmovilizados?
No es que nos estemos jugando, solamente, otra vida de felicidad eterna. Es que, sobre todo, nos jugamos la vida -presente y futura- de esta tierra, que no puede soportar más la explotación a la que la sometemos a ella y a quienes la habitan. Vivimos "en este mundo con lujo" imposibilitando que otros millones apenas puedan sobrevivir y eso duele pero, sobre todo, no se parece nada al sueño de Dios para la Humanidad.
Si nos creemos las palabras de Jesús, ¿tendremos que cambiar algo nuestras vidas, no? Si de verdad, "los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos", como afirma el Salmo, ¿habrá que hacer algo, no?
"Si tu mano te hace caer, córtatela"
Otra frase dura. Pero que más nos valdría escuchar más a menudo.
Cuántas veces nosotros, pobres hijos de esta nuestra iglesia hemos sido escándalo para el resto. Si escucháramos este texto de forma literal como hacemos con tantos otros, seríamos una comunidad de mancos, cojos y tuertos… ¡Quién sabe si no lo somos ya!
Pero el texto del evangelio escogido para este domingo, además, nos habla de inclusión. Como dice una sabia: "en la lista de los puros, no es necesario que seamos los primeros". Ni los únicos, añado yo. No podemos ir excluyendo a quien no se viste, no se mueve o no se comporta de la misma forma que nosotros lo hacemos, ¿no? Si el resultado es la construcción del Reino, ¿no es ese el mandato que hemos recibido?
Eldad, Meldad, "el que echaba demonios", el que recauda para, la que predica que, los que montan un... Si la apuesta es la misma, si el sueño es común, si entre todos y todas construimos ese deseo de Dios para la humanidad, qué más da quién plante y quién recoja?