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Homilía I Domingo de Adviento
Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)
“ ¡Levantad la cabeza porque ha llegado vuestra liberación! ”
Introducción
Empezamos el tiempo llamado de “Adviento”. Le seguirán otros: Navidad, Cuaresma y Pascua. Todos ellos significan ciclos espirituales por los que pasamos las personas y las comunidades. Nos configuran distintos periodos de tiempo que nos hacen madurar espiritualmente y que nos ayudan cada año a profundizar en el propósito de nuestra vida. ¿Cuál será la esencia del ciclo espiritual del Adviento? Podemos apuntar una palabra: llegada.
El Adviento es un tiempo de llegada de las cosas de Dios envueltas en circunstancias personales, comunitarias, sociales que irán variando según los lugares en donde nos encontremos. No es tanto un tiempo de clamar: ¡Ven Señor Jesús! Jesús ya vino hace 2015 años. Es un tiempo de levantar la cabeza, los ojos, el corazón, la vida, la comunidad al Reino de Dios, a un mundo nuevo que está llegando cada día más y que un día llegará plenamente. El Evangelio de San Lucas y su anexo (los “Hechos de los apóstoles”), la carta de San Pablo a los Tesalonicenses (2ª lectura) nos ayudarán a ahondar en esa presencia del “retoño legítimo de David que hará justicia y derecho en la tierra” que anunciaba Jeremías (1ª Lectura) y nos darán fuerzas para lograr su plenitud.
Adviento es un tiempo de pararnos y ver las señales (evangelio) del Reino que llega a nivel del planeta tierra, a nivel de las relaciones sociales y también a nivel personal. Es verdad que también se tambalearán las fuerzas del universo; es decir algunas realidades que parecían tener consistencia hasta ahora (la paz, la honradez, la esperanza, la convivencia, la solidaridad, el amor). Pero el Adviento nos invita a ver en todo ello –señales y fracasos- motivos de camino, de lucha, de indignación y de confianza porque hay salida. “Un tal Jesús” (título del libro de los hermanos Vigil) vino un día no muy lejano a mostrarnos el camino de la creación de un mundo nuevo y sigue ahí caminando a nuestro lado alentándonos con su Espíritu.