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Homilía VIII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)
“ Lo que rebosa del corazón, lo habla la boca ”
Introducción
Cierta sabiduría antigua, múltiples veces contrastada por la experiencia, se recoge hoy en los breves versículos que se proclaman en la liturgia, procedentes del libro del Eclesiástico (27, 5-8). Se ha de reconocer que, repetidamente, el desarrollo de la vida ofrece ocasiones para evidenciar si se poseen los valores auténticos y poder diversificarlos de los que lo son tan solo en apariencia. El fruto puede ofrecer por fuera signos de buena salud, pero, en ocasiones, esta apreciación cae por tierra apenas se intenta consumirlo. Las situaciones difíciles confirman si la aparente fragilidad de la arcilla es capaz de endurecerse a fuego y convertirse así en vasija resistente. El trato criba los actos humanos y pone de manifiesto, en el roce diario, si la mies trillada desprende el preciado grano o, por el contrario, todo se resuelve en paja y tamo que se lo lleva el viento. En términos equivalentes, puede expresarse cuanto pide la Palabra de Dios en el Evangelio de este domingo (Lc 6, 39-45): es preciso lanzarse a velas desplegadas a la conquista de lo auténtico, lo real, lo bueno y lo verdadero. Constituye un compromiso adquirido desde la iniciación en la fe. Tenemos prometido que lo corruptible se vestirá de inmortalidad y la muerte será absorbida por la victoria (1 Cor 15, 54-55).