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Dom
3
May
2009

Homilía Cuarto Domingo de Pascua

Año litúrgico 2008 - 2009 - (Ciclo B)

Yo soy el buen pastor.

Evangelio para niños

El buen Pastor - Juan 10, 11-18


En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: - Yo yoy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y hará un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre.

Explicación

Jesús para explicar algunas cosas usaba comparaciones o ponía ejemplos de modo que quienes le escuchaban le entendían muy bien. Por ejemplo un día para hacerles saber cuánto quería a sus amigos y a todos les dijo: Yo soy un pastor bueno que cuida de sus ovejas, las defiende de todos los peligros, las acompaña en todo momento y las lleva donde puedan comer pastos frescos y beber aguas limpias. Yo soy un pastor bueno que vive todo el día dedicado a su rebaño y que está dispuesto a dar la vida por el bien de sus ovejas.


Yo soy el buen pastor.

Dibujo realizado por: Fr. Félix Hernández Mariano ( descargar la imagen )

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

NARRADOR: En aquel tiempo Jesús hablaba con unos fariseos que habían venido para escucharle, y les proponía su doctrina por medio de parábolas.

JESÚS: Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da la vida por las ovejas.

FARISEO 1: ¿Por qué nos dices cosas tan raras? ¿Tienes que ver tú con los pastores?

JESÚS: Yo cuido bien a mis ovejas. Vosotros sois mis ovejas con tal que queráis admitirlo.

FARISEO 2: Éste siempre habla con ejemplos, pero yo no entiendo lo que los ejemplos tienen que ver con él.

NARRADOR: Jesús seguía adelante con su discurso y les advertía sobre los malos y falsos pastores.

JESÚS: El asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa. Es que a un asalariado no le importan las ovejas.

FARISEO 1: Si tú eres el buen pastor ¿quiénes son los asalariados? ¿Acaso nos acusas a nosotros de no preocuparnos de los demás? ¿Somos nosotros los responsables de la ley y del Templo los que ahuyentamos al pueblo? ¿Nos acusas de que no nos importan los demás?

JESÚS: Yo conozco a mis ovejas y las mías me conocen; oyen mi voz y me siguen. Y a cada una la llamo por su nombre.

FARISEO 2: ¿Y nosotros?

JESÚS: Vosotros sois falsos pastores. Sólo pensáis en vosotros. Parecéis, pero no sois. Decís, pero no hacéis. Por eso abandonáis las ovejas y huís.

NARRADOR: El diálogo fue haciéndose más duro por momentos, pues los fariseos no comprendían que Jesús quería atraerlos al redil. Por eso Jesús les dijo:

JESÚS: Tengo otras ovejas que no son de este red; también a ésas las tengo que atraer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor

FARISEO 1: ¿Acaso nosotros no seguimos la ley que nos dejaron nuestros padres y no somos el pueblo elegido?

 

JESÚS: Vosotros sois también ovejas, pero no de mi rebaño. Cuando sepáis escuchar, oiréis mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Yo doy la vida por mis ovejas.

FARISEO 2: Pero nadie te va a quitar la vida por nuestra culpa.

JESÚS: Nadie me quita la vida; la entrego voluntariamente. Está en mi mano desprenderme de ella y está en mi mano recobrarla. Éste es el encargo que me ha dado el Padre.

NARRADOR: Algunos fariseos pensaban: ¡Éste está loco de atar! Pero... no puede estar loco un pastor que quiere tanto a sus ovejas.

Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández