Oct
Homilía XXXI Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2010 - 2011 - (Ciclo A)
“ No hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. ”
Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)
Primera lectura: (Malaquías 1,14b-2,2b.8-10)
Marco: El contexto de este fragmento es una sección que recoge diversos oráculos contra los sacerdotes y su poco cuidado en el servicio de Dios.
Reflexiones
1ª) ¡El rey soberano merece un culto digno!
Yo soy el Rey soberano, dice el Señor de los ejércitos; mi nombre es temido entre las naciones. Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes: Si no obedecéis y no os proponéis dar la gloria a mi nombre os enviaré mi maldición. Para la comprensión de estas palabras de Malaquías es necesario tener en cuenta todo el protocolo de los reyes orientales y helenistas. En las cortes se solía cumplir un ritual esmeradamente cuidado.
El profeta recuerda que el rey que es honrado en todas las naciones requiere un culto cuidado en el interior y en el exterior. La obediencia y la gloria del nombre de Dios van juntos, de lo contrario la gloria sería un gesto externo que no compromete al hombre, no le transforma. Dios prefiere ser obedecido que recibir un culto vacío y su voluntad es beneficiosa para el hombre. Malaquías recoge elementos de la predicación profética anterior que insistía constantemente en denunciar un culto vacío porque el corazón no seguía los mandamientos de Dios expresión de su voluntad y cláusulas de la alianza.
2ª)¡Honor con honor se paga!
Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la Ley, habéis invalidado mi alianza con Leví... Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo. El servicio a Dios se manifiesta en un culto digno y vivo, cuidadosamente realizado. El servicio al pueblo se ejerce también en que son los intérpretes autorizados de la ley de Dios en la etapa posexílica. Como los sacerdotes no han realizado un culto que favorecía el honor de Dios, Dios a su vez no cuidará de la honra de los sacerdotes ante el pueblo.
Dios no ha sido honrado en el servicio al pueblo por varios motivos: porque no han sido fieles a los caminos de Dios expresión de su voluntad; porque en este servicio se dejan arrastrar por la acepción de personas al aplicar la ley. En realidad se trata de falta de fidelidad y de falta de justicia y equidad en la aplicación de la ley al pueblo. El profeta fundamenta la urgencia de la injusticia en que todos los miembros del pueblo de Dios tienen un mismo Padre y un mismo Señor. La justicia* es una consecuencia lógica del reconocimiento de un solo Señor.
Segunda lectura: (1Tesalonicenses 2,7b-9.13)
Marco: El fragmento proclamado recoge el comportamiento de Pablo con los Tesalonicenses.
Reflexiones
1ª)¡ La delicadeza se manifiesta en el esfuerzo, la fatiga y el desprendimiento!
Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos.. Recordad nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.. La comparación con el trato que una madre tiene con sus hijos evoca al Segundo Isaías y revela la hondura del corazón del apóstol. El afecto del apóstol se refleja en su decisión de entregarles no sólo el Evangelio sino su propia vida, porque se habían ganado su amor.
El amor evangélico es la disposición de entregar lo mejor de uno mismo. Pablo, en estas efusiones de su corazón, recuerda ahora que la evangelización se llevó a cabo con mucho esfuerzo y muchas fatigas. Ciertamente el Espíritu Santo asistía a los apóstoles en su misión pero no exime a nadie del propio esfuerzo. La espiritualidad de Pablo es una espiritualidad encarnada. Quizá el rasgo más llamativo es la referencia al trabajo para no ser gravoso aunque el evangelizador tiene derecho al sustento (cf. Mt 10). No obstante, Pablo trabajó mientras pudo para ganarse el pan. Muchas son las razones que se podrían buscar: libertad en el ejercicio del apostolado; conocía bien las costumbres de los rabinos, entre los que vivió y aprendió la tradición, que solían ejercer sus oficios y luego se dedicaban a la enseñanza.
2ª) ¡La palabra de los predicadores es la palabra de Dios!
Al recibir la Palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino como Palabra de Dios. Los predicadores son embajadores de Dios, como lo recuerda y enseña Pablo en la carta a los Corintios. Un embajador representa los intereses de la nación que le envía y cumple las directrices que el gobierno a quien representa le indica. Coherente con estas afirmaciones, Pablo se lo aplica ahora y recuerda a los Tesalonicenses que ellos se adhirieron a la fe en Jesús porque recibieron una Palabra de Dios.
Pablo puso siempre especial cuidado en que los oyentes no se quedaran en la palabra de los mensajeros. Y este cuidado responde a realidades acontecidas en sus comunidades, sobre todo en Corinto. Los ministros son servidores de un proyecto superior y su recompensa consiste en ser fieles a ese ministerio. La fuerza de la Palabra de Dios no está sujeta a la elocuencia o falta de elocuencia en los proclamadores. San Ireneo nos recuerda que en la transmisión de la tradición de la Iglesia ni añaden nada los elocuentes predicadores no restan nada los que carecen de elocuencia. Aunque, como recuerda san Agustín, hay que poner todo esmero en la proclamación de esta Palabra para que llegue suavemente a los corazones de los oyentes.
Evangelio: (Mateo 23,1-12)
Marco: El contexto inmediato es la próxima venida del reino de los cielos, enmarcado en la sección narrativa.
Reflexiones
1ª) ¡Una enseñanza sin compromiso!
En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Reconocimiento de que la enseñanza de los fariseos y de los doctores es una interpretación de la Escritura ortodoxa pero es una enseñanza carente de vida y de compromiso con aquellos a los que se dirige. Las enseñanzas rabínicas abarcaban todos los aspectos de la vida tanto religiosos como civiles.
Los contenidos y la meticulosidad con que trataban los asuntos ya que descendían hasta detalles inverosímiles. Igualmente conocemos las interpretaciones midrásicas, en concreto las parábolas que utilizaban en su enseñanza. En el aspecto jurídico multiplicaban los preceptos sin límite. Entre los obligatorios con mayor gravedad se contabilizaban más de 600. Todo este conjunto de prescripciones, interpretaciones y enseñanzas hacía casi imposible el conocimiento de las mismas y la posibilidad de llevarlas a la práctica. Pero son excesivamente académicas y presentadas con poca calidez de vida. Jesús les reprocha que ellos mismos no hacen lo que enseñan.
Eran dos campos distantes: la enseñanza meticulosa sin límites y la ausencia de compromiso personal. Esto creaba un distanciamiento entre los doctores y el pueblo cada vez mayor y más insoportable. Esto es lo que denuncia Jesús. En contraposición el evangelio nos ha conservado algunas escenas y rasgos peculiares de Jesús. En primer lugar, las gentes exclamaban entusiasmadas cuando oían hablar a Jesús: este habla con autoridad. En segundo lugar, Jesús se dirige a todos los agobiados y cansados y les ofrece su ayuda y cercanía para llevar adelante sus cargas. En tercer lugar, Jesús declara que su yugo es llevadero y su carga ligera.
2ª) ¡Una religión de apariencias!
Lo que hacen es para que los vea la gente... Ya en el sermón de la montaña, Jesús había denunciado la hipocresía de los fariseos, en los que piensa ahora de modo especial. Y esta hipocresía se manifestaba en tres prácticas particularmente cuidadas por los fariseos: la oración, que la hacen ostentosa y cargada de apariencia con muy poca intimidad que requiere la verdadera oración como diálogo del corazón con el Dios Padre que ve en lo secreto. En segundo lugar, la práctica de la limosna que calculan cuidadosamente cuándo y a quién darla porque lo que pretenden es conseguir un premio personal no aliviar una necesidad del prójimo.
En tercer lugar, la práctica del ayuno que lo realizaban meticulosamente varias veces a la semana, pero ponían especial cuidado en que se notara públicamente. Ahora añade Jesús algunas prácticas que completan el cuadro del comportamiento fariseo. Las filacterias eran pequeños estuches que contenían los principales preceptos de la ley que se colgaban de la frente o en los brazos, practicando materialmente Ex 13,9.16; Dt 6,8; 11,18 pero lo habían deformado ya que en la intención de los narradores del Ex y Dt era pedagógica, es decir, recordar constantemente al israelita sus compromisos con Dios y la necesidad de ponerlos en práctica para seguir disfrutando de la protección y bendición divinas. Las franjas del manto son borlas cosidas a las puntas del manto (Nm 15,38ss). El fleco con un hilo de púrpura (que juega un papel importante en los paños cultuales) debe recordar el carácter sagrado de la comunidad. En las reproducciones antiguas del vestido palestinense, y según Dt 22,12, estos flecos guarnecen todo el faldón.
En la época judía, es decir en tiempos de Jesús, no se los colocará más que en los bordes. Cristo se acomodó a la costumbre (Mt 9,20), pero censuró la afectación en su práctica. Les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas. Todo forma parte de la necesidad que tenían de honor y de reconocimiento, tan importante en la sociedad de aquel entonces.
3ª) ¡Siempre en actitud de servicio!
El primero entre vosotros será vuestro servidor. En la escuela de Jesús se aprende la única enseñanza que conduce a la salvación. Jesús es el último y definitivo enviado del Padre para anunciar e interpretar su voluntad de forma definitiva. Jesús es un lugarteniente y un intérprete autorizado de la voluntad del Padre (Jn 1,18). Es probable que en las iglesias mateanas hiciera falta una llamada de atención a las personas que habían recibido algún carisma en la comunidad. No llaméis padre vuestro...
Probablemente, Jesús quiere corregir la costumbre que tenían de llamar a los rabinos «padre mío» como un título honorífico. Siempre con la misma intención de corregir la ostentación. Sólo hay un Abbá que está en cielo. Jesús viene a revelar que nuestro Abbá, que es el suyo, es el único que merece ese tratamiento. Pero además significa que todos somos hijos del único Padre y, por tanto, todos iguales y todos hermanos realmente. Esta llamada de atención corta toda ostentación de los fariseos y es una advertencia a la propia comunidad cristiana en la que, según el testimonio de 1Corintios, existía el peligro de división por la inadecuada utilización de los carismas recibidos.
No os dejéis llamar guías... El texto sugiere estas dos posibilidades: primera, entender el término guía como lo entiende el autor de la carta a los Hebreos y como se entiende en los títulos kerigmáticos, es decir, el que conduce hacia la vida. En este caso Jesús es el único príncipe de la vida, el único que abre caminos hacia la vida. El sentido sería profundamente cristológico con fuerte significación soteriológica.
En segundo lugar, por la respuesta se observa que el título que subyace en el término guía es el de kúrios (Señor). Y ciertamente en el testimonio unánime del Nuevo Testamento es que el único Señor es Jesucristo. En definitiva, Jesús es el único que conduce a la vida, que abre el camino de la vida y el único que es el Señor de la historia. Recuérdese que también a los rabinos les gustaba que se les llamase mari (señor mío).
Por eso Jesús advierte que sólo hay un Señor en realidad. El que se enaltece será humillado. En primer lugar, es necesario ofrecer una traducción más clara: el que se enaltece a sí mismo Dios lo humillará. Jesús utilizaba gustoso el pasivo divino de tal manera que ha pasado a ser una característica propia de su lenguaje. En los pasivos divinos se ha de traducir el verbo por activo pero poniendo a Dios por sujeto, es decir, Él es quien exalta o humilla. La enseñanza de Jesús es que consistiendo la humildad evangélica en permanecer cada uno en su lugar y no abrigar pretensiones que desborden su realidad, la acción de Dios consiste en poner a cada uno en su realidad, en su lugar adecuado, en su rango. La enseñanza de Jesús es instructiva y responde a la realidad en que vivía rodeado de personas que se autoestimaban en exceso y, además, despreciaban a los demás.