Dic
Homilía La Sagrada Familia
“ Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto ”
Pautas para la homilía de hoy
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
En medio de la navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia. El hecho de que Jesús vivió en una verdadera familia, es una expresión concreta de la Encarnación y de la humanidad de Dios. La fiesta litúrgica de la Sagrada Familia fue establecida por el Papa León XIII para ofrecer a las familias cristianas un modelo evangélico de vida.
Las lecturas de la misa se centran en las actitudes de la vida familiar. El Eclesiástico resalta la autoridad de los padres (la familia no es “la democracia básica en el seno de la sociedad”, en el sentido de un “hombre un voto”, como decía el lema de la AIF del 2005) y el respeto y honra de los hijos, (“sé indulgente, no lo abandones y, aunque flaquee su mente, no lo abochornes, ten indulgencia…”). Eso es lo que Dios quiere. Lo contrario sería ofender no solo a los padres sino también a Dios. Es lo que tradicionalmente hemos entendido como piedad familiar. Las formas y modos de vivirlos cambian y habrá que aplicarlos y encarnarlos en cada momento y lugar.
Las recomendaciones der San Pablo, en la 2ª lectura, reproducen los códigos domésticos de la sociedad romana. Algunos son permanentes y fundamentan, lo que hoy entendemos por una familia sana y nutricia: “la bondad, humildad, dulzura, comprensión, misericordia entrañable; sobrellevaos mutuamente con amor, perdonaos cuando tengáis quejas contra otro, sed agradecidos y, por encima de todo, el amor que es el ceñidor de la unidad y de la paz”. Otros reflejan las condiciones históricas de la sociedad patriarcal del momento, que hoy resultan inasumibles, por autoritarios incluso machistas: “mujeres vivid bajo la autoridad de vuestros maridos; maridos amad a vuestras mujeres”. En el evangelio vemos cómo Jesús, cual nuevo Moisés, que huye de la persecución, recapitula la historia de Israel y su éxodo de Egipto hacia la tierra prometida junto con su familia, María y José, germen del nuevo Israel.
En las oraciones de la misa, pedimos repetidamente “imitar fielmente los ejemplos de la Sagrada Familia”, “imitar sus virtudes domésticas” y se nos dice que Dios nuestro Padre, nos “ha propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo”. Pero ¿cómo fue la vida de la Sagrada Familia?
De los 4 evangelios, dos - Marcos y Juan- no nos dicen nada sobre el nacimiento y los primeros 30 años de la vida de Jesús; y los otros dos –Mateo y Lucas- lo hacen más con el propósito de presentarnos quien es Jesús para nosotros que de describirnos cómo vivió realmente Jesús durante esos 30 años. Mateo por ejemplo, a continuación del relato recogido en la misa de hoy, dice que José se retiró con su familia a Nazaret y salta- pasa al encuentro de Jesús ya adulto con el Bautista.
¿Cómo podemos imitar unos ejemplos que conocemos tan poco? Y aunque conociéramos la vida de María, José y Jesús nos resultaría muy difícil imitarla porque las circunstancias familiares de aquella sociedad, y no digamos las de la Sagrada. Familia, eran muy diferentes de las familias actuales.
No se trata de reproducir el modelo de familia patriarcal ni de consagrar los “códigos domésticos” vigentes en el Imperio Romano, que recogen algunos textos del Nuevo Testamento. Se trata de contemplar y descubrir la configuración y actitudes que deben animar una existencia familiar, desde el evangelio de Jesús, en cada momento histórico.
Jesús no sancionó ningún modelo de familia. Lo que Jesús predicó no hace referencia a las instituciones, sino a las actitudes que debían tener los seres humanos en sus relaciones con Dios y con los demás. Jesús devolvió al Matrimonio y la familia a su forma original y llevó a su plenitud el proyecto originario de Dios: reafirmó la unión indisoluble (Mt 19,8) no como un yugo impuesto a los hombres sino como un don (Papa Francisco, AL, 62) Y la alianza esponsal, inaugurada en la creación, recibió la plena revelación de su significado en Cristo y en su Iglesia (AL, 63). Por supuesto que la realidad a veces queda lejos del ideal, pero este nos orienta y estimula.
A lo largo de la historia se han sucedido diversos modelos (sociales) de familia. Su estructura y dinámica relacional ha cambiado de acuerdo con los cambios sociales. Actualmente estamos viviendo una profunda trasformación de la misma debido a la incorporación de la mujer al mercado laboral, el reconocimiento de la igualdad entre los sexos y de los derechos humanos universales, etc. La familiar nuclear, padres-hijos, considerada “Familia Tradicional” tiene menos de 2 siglos de existencia y ha dejado de ser la única y en muchos lugares también la mayoritaria.
Hoy se da la paradoja de la aparición de múltiples formas de familia (un diario nacional enumera 16 en el actual proyecto de familias del gobierno), algunas muy lejanas a lo que históricamente se ha entendido por familia y de su reconocimiento, a la vez, desde hace décadas, como el valor supremo de los europeos, por su importancia para los individuos, para la sociedad, por las funciones sociales que cumple “el mejor ministerio de asuntos sociales” y para la Iglesia.
Por ello es necesario reclamar a las autoridades públicas un mayor apoyo y ayuda a las familias, en lo que España ocupa uno de los últimos lugares de Europa. Y no es cierto, como dicen algunos, que atendiendo a los niños, jóvenes, adultos y ancianos… ya atendemos a la familia. El primer principio de la TGS “el todo es más que la suma de las partes”. En el matrimonio, cuando hay amor: “1 + 1 = 3”, como indica el título de un conocido libro de terapia.
El nuevo Secretario de la CEE, en unas declaraciones recientes, “pide a la sociedad que no condene a los nuevos modelos de familia y afirma que “la Iglesia tiene derecho a proponer el modelo de familia que marca el evangelio pero eso no significa que condene o excluya a nadie que elija otra opción“. “Es nuestra posición, respetamos la de los demás y pedimos que sea respetada”.
El Magisterio reciente de la Iglesia ha analizado las luces y sombras de la familia hoy, ha presentado reiteradamente la Belleza y la Buena Noticia de Jesús para la familia y ha ofrecido unas pautas luminosas para la Pastoral de las Familias: El Papa Francisco proclama que “los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de no contradecir la sensibilidad actual, para estar a la moda o por sentimientos de inferioridad frente al descalabro moral y humano. Estaríamos privando al mundo de los valores que podemos y debemos aportar. La enseñanza sobre el matrimonio y la familia debe inspirarse y transformarse a la luz del anuncio del amor y ternura de Dios para no convertirse en una mera defensa de una doctrina fría y sin vida; el misterio de la Familia cristiana no puede entenderse plenamente sino es a la luz del infinito amor del Padre que se manifestó en Cristo, que se entregó hasta el fin (Amoris Laetitia, 59).
Pidamos hoy al Señor, por intercesión de María y de José que nuestras familias sean cada día más sagradas y, como creyentes en un Dios de vida, trasmisoras y alimento de la vida en plenitud.