Ene
Homilía Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario
Año litúrgico 2009 - 2010 - (Ciclo C)
“ En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor. ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
Para liberarnos…
Todas y todos los que seguimos a Jesús hemos experimentado, en algún momento, que la frase del evangelio: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír", se hacía realidad. En un momento comunitario especial, en la oración, en una decisión importante, en un momento personal difícil, en la vida cotidiana, … la liberación no es una cosa de los textos teológicos y bíblicos, sino que sabemos, se hace vida en la de cada uno. Eso es lo que anunció aquel día Jesús en la sinagoga de su propio pueblo, lo escuchamos el domingo pasado. Aunque parece que a sus paisanos no les acabó de hacer mucha gracia.
También suena esta palabra en el texto de Jeremías y en el salmo propuesto para hoy. El profeta es escogido para anunciarla al pueblo pero antes, cómo no, debía experimentar que el encuentro con Yahvé lo liberaba a él mismo.
¿Somos conscientes, en nuestra propia vida, de aquello de lo que necesitamos ser liberados? ¿Vivimos de “liberaciones pasadas” o intentamos que se produzcan de nuevo en nuestra andadura cotidiana? ¿Nos comprometemos de verdad en la liberación de los demás?
…Nos escogió
Posiblemente sea también una experiencia común entre los creyentes. Dios, Padre y Madre, nos ha escogido, nos ama y quiere una respuesta similar de nuestra parte. No usa el teléfono ni el correo electrónico o el Facebook, pero bastará mirar un poco a nuestro pasado para reconocer qué persona o por qué medio se hizo presente en nuestra vida y nos hizo saber que contaba con nosotros.
Como el profeta nos relata tan bellamente: “Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré”. Pero, esta llamada, esta elección no es única ni individual. Se re-produce continuamente en nuestras vidas y se da y desarrolla en comunidad. Y por eso somos, como Jeremías, convocados para ser algo en relación con los demás.
¿Seguimos sintiendo la llamada a ser sus testigos? ¿Hemos dejado languidecer su invitación a seguirle? ¿Intentamos responder cada día, en lo cotidiano y en los grandes proyectos?
Y sí, hoy se cumple
Y parece que lo que debe cumplirse, al fin y al cabo es el amor. Y por eso, no solo se cumplió aquel día en Nazaret, sino también entre los Corintios, a pesar de sus dificultades, y en la propia vida de Jeremías. Porque cuando nos hacemos conscientes de que nuestras vidas no tienen más sentido que el Amor, es entonces cuando respondemos a la llamada de Dios y cuando, verdaderamente nos sentimos libres y podemos provocar la liberación de los demás.
Quizás he insistido mucho en lo cotidiano en este texto. El autor de la carta para los Corintios tiene claro que no hay que estar solo preparado para que sucedan grandes cosas en nuestra existencia. El Amor ha de manifestarse a cada momento: el que ponemos para hacer las cosas; el que preside nuestras relaciones, en casa, en el trabajo; el que nos hace conscientes de quiénes somos, de que no podemos sentirnos el centro del Universo; el que nos descentra, al fin, de nosotros mismos para salir hacia quienes más lo necesitan.
Al final, esta actitud, será posible que nos enfrente a otros. Como ocurrió a Jesús en su propio pueblo, donde no estaban acostumbrados a escuchar el texto de Isaías como lo leyó Jesús, eliminando la referencia al “castigo para los malos”. Y por eso quisieron despeñarlo. O como sucedió a más de 40 quichés guatemaltecos, hace hoy 30 años en la embajada de España en ese país; uno de ellos Vicente Menchú, padre de la Premio Nobel de la Paz y otros compañeros, mártires de El Quiché. Y es que ponerse de parte de los que sufren, buscar su liberación, sentirse llamados para actuar y hablar en nombre del Dios, Padre y Madre de la Vida es hacer del Amor la banda sonora de nuestras vidas, es hacer que hoy, cada hoy, “se cumpla esta palabra” y claro, eso duele.