Ene
Homilía II Domingo de Navidad
“ Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
“Y acampó entre nosotros”
Para seguir celebrando la Navidad, necesitamos acercarnos desde distintas perspectivas. Solo así podemos asomarnos al misterio de la divinidad que se torna humanidad. La propuesta es dedicar algunos minutos a reflexionar y contemplar una imagen fascinante y poco frecuente de la divinidad. La primera lectura nos ofrece una comprensión teológica de Dios distinta a otras que hemos conocido en este tiempo de Adviento y de Navidad. No es “Señor”, ni tan sólo es “Dios Padre”. Tampoco es solamente el Hijo que “nos ha nacido, que se nos ha dado”. Dios hoy es la Divina Sabiduría, y de ella, Ben Sirá nos explica varias cosas interesantes:
- Es comunicación: “abre la boca en la asamblea”. Es presencia que se vuelve conocimiento, comprensión de la realidad y a la vez, también desea ser transmitida a todos los que escuchan.
- Es espacio que permite la vida. Su presencia en medio de la humanidad crea una “morada”, es decir, hace posible que la vida se desarrolle.
- “Echa raíces”: se alimenta de nuestra historia y la riega para que podamos comprender su divinidad, abrir nuestro entendimiento e ir más allá de todas nuestra fronteras existenciales, psicológicas, culturales o económicas.
No es difícil que al descubrir los trazos que se nos presentan sobre la Sabiduría podamos asimilarla al Niño nacido y cuya venida celebramos en estos días, ¿verdad? Es sencillo pensar que en el movimiento de la Navidad Dios se comunica, “echa raíces”, “pone su tienda”, hace estallar nuestra visión estrecha de la realidad y se hace humanidad para que nosotros/as podamos divinizarnos. Se trata de un movimiento continuo, constante, iniciado ya y que, al mismo tiempo, se orienta hacia un futuro posible más amplio.
“Capaces de ser hijos e hijas de Dios”
Y siguiendo este movimiento de la Navidad, que hace a la Sabiduría más humana, hemos de comprender y emprender también un camino para hacernos más amables de ese conocimiento. Se trata de buscar, de estar atentos a aquello que nos hace a cada uno hijos/as bendecidos/as y, por tanto, hermanos y hermanas. Requiere un esfuerzo, salir de nuestras zonas de confort, ir más allá de lo cotidiano o de simplemente de lo que se esperaba de nosotros/as. Pero, para ello contamos con su Sabiduría que es creativa, alienta y siempre nos empuja a ir más allá. La Sabiduría es bendición y se manifiesta en medio de la historia, gracias a la presencia del Espíritu, cuando tomamos partido en ella.
Por eso, porque ya que hemos sido “sellados por el Espíritu”, somos quienes debemos actuar y conectar nuestras búsquedas personales, sociales y eclesiales, con aquellas situaciones en las que la racionalidad no va de la mano de la justicia, en dónde la toma de decisiones no fortalece la democracia o dónde medidas represivas pretenden acallar las libertades sociales. Es tiempo de buscar sabidurías, de crear espacios para la diversidad y promover resistencias no violentas, de otros modos de aprendizaje, de sintonizar nuestras inteligencias en clave de su sabiduría.
“La vida era la luz de la humanidad”
El texto de Juan, como todo su Evangelio, nos resulta, a la vez, llamativo y enigmático. No produjo una recopilación de los acontecimientos de la vida de Jesús; igual que esta introducción, tampoco es un relato de su infancia. Pero desde otro estilo literario y otra perspectiva teológica nos acerca al inicio de la vida de Jesús y su vocación en nuestra tierra.
Palabra, vida y luz son los sinónimos con los que el evangelista se refiere a Jesús en este prólogo. Él es la vida, “la luz de la humanidad”. La palabra crea y recrea lo que nombra. Al nombrar la realidad, crea espacio y posibilidad. Además, Vida y Luz son los antónimos de muerte y oscuridad. El mundo judío utiliza un conocimiento estereométrico, es decir, que para describir necesitaba oponer dos contrarios: luz-oscuridad; conocimiento-muerte; vino-pero no lo recibieron. Al hacer esas oposiciones es como si el evangelista creara un espacio en medio del cual surgen todas las posibilidades para la libertad humana.
Seguimos con la Luz. Se trata de una luz que distingue, en oposición a la oscuridad, a lo que no se distingue, a lo que es igual, monocromático, porque el negro no permite distinguir otros colores. La oscuridad mata, no permite diversidad y la vida es lo diferente, lo distinto, lo que siempre se reinventa. En estos tiempos sombríos, en los que surgen situaciones y realidades que quieren pintarnos y colorear todo lo que nos rodea de gris; en el que “hombres de negro” guiados por valores neoliberales deciden sobre nuestras existencias, se hace necesario que recuperemos la Vida que trae la Luz, la diversidad que aporta el color para sacar a las personas de tantas sombras de muerte que acechan sus vidas.
Y al fin, el texto nos recuerda también que la Luz-Sabiduría Divina-Espíritu YA habitan, preñan e inundan el mundo para que nosotros y nosotras seamos humanidad amable. El Espíritu (La Ruah) y la Sabiduría de Dios son dos imágenes próximas. Y ambas apelan a nuestra respuesta. Se presentan ante nosotros como queriendo decir: “todo está dispuesto”.
La Sabiduría ha llegado a nuestra presencia, el Espíritu mora en nosotros mismos; pero, ¿qué vamos a ser capaces de hacer con todo esto, cómo vamos a responder? ¿Estamos dispuestos y dispuestas a actuar y reducir la falta de confianza en nuestras posibilidades? ¿Vamos de una vez por todas a luchar contra el individualismo, el conformismo, el cerrar los ojos? ¿Hemos decidido poner manos a la obra y ayudar a dar luz a la Vida en la humanidad?
Predicadores de la Sabiduría
Para la Familia Dominicana es especialmente significativa esta Divina Sabiduría que hemos conocido a partir de la Teología Feminista. Es una poderosa imagen de la divinidad que nos “afecta”, porque como “predicadores y predicadoras de la Verdad” estamos llamados/as a buscar sentido a un mundo que a veces parece no tenerlo. El dolor, la angustia, el sufrimiento de tantas personas parece que oculta una Vida que puede y que debe ser de otro modo. Nuestra Familia ha de aprehender esta sabiduría y acostumbrar su mirada a encontrarla, allá donde se encuentre.
Nuestro hermano Felicísimo Martínez ha hecho popular la expresión: “espiritualidad de ojos abiertos”. En la línea de la predicación de hoy podemos decir que esta espiritualidad nos hace abrirnos a otras comprensiones que nos permiten comprometernos con nuevos sentidos y ofrecer así una predicación “graciosa” o de la Gracia.