Homilía Domingo de Resurrección

Introducción

¡Jesucristo ha resucitado! Este hecho singular, maravilloso, rompe todos los esquemas humanos, pues no hay lógica que pueda explicar la resurrección del Señor. A la resurrección de Jesucristo se llega solamente a través de la fe, que determina una forma de vida que llamamos «cristiana». Nada se quita a la realidad humana y, sin embargo, esta recibe su verdadera realidad precisamente de la resurrección de Jesucristo. La vida humana y la fe cristiana beben en la fuente de la resurrección del Señor.

Así es como san Pablo proclama que Jesucristo es «nuestra vida». Tenemos que profundizar en el sentido de estas palabras: «Cristo, vida nuestra». El ser humano se afana por tantas cosas que considera necesarias para su vida. Jesús ha dejado dicho que «una cosa sola es necesaria», y tal cosa consiste en mantener una relación personal con el Señor, más allá de teorías, ideas y discusiones. Lo definitivo es que Jesucristo es «nuestra vida». El augurio de Pascua es que podamos decir con verdad: «Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20).