Mar
Homilía IX Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2010 - 2011 - (Ciclo A)
“ El que cumple la voluntad de mi Padre entrará en el Reino de los Cielos ”
Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)
Primera lectura: (Deuteronomio 11,18.26-28)
Marco: El contexto es la conclusión del segundo discurso puesto en labios de Moisés por los redactores deuteronomistas. La lectura es una reflexión del pasado para alentar un futuro en mayor fidelidad a la alianza con Dios que ha elegido gratuitamente a su pueblo.
Reflexión
¡La palabra ha de llegar hasta lo más íntimo del hombre!
¡Meteos mis palabras en el corazón y en el alma, atadlas a la muñeca como un signo y ponedlas de señal en vuestra frente. Los predicadores deuteronomistas se distinguen por esta insistencia en que es al corazón al que debe alcanzar la voluntad de Dios manifestada en la alianza. Han recogido lo mejor de la predicación profética que denunciaba insistentemente un culto externo sin vida y sin alma. La referencia al corazón es frecuente en este libro. Sólo si la palabra alcanza al corazón puede dirigir y orientar toda la vida. Igualmente en la antropología hebrea alma (nefesh) define al hombre en su totalidad como ser vivo. Los predicadores recuerdan que la alianza de Dios debe abarcar toda la vida en todas sus manifestaciones. Debe orientar a todo el hombre considerado como un ser vivo y para la vida, no admite fisuras. ¡Es necesaria la sabiduría para elegir la bendición!
Segunda lectura: (Romanos 3,2 1-25.28)
Marco: El contexto amplio es la salvación por la fe (c. 1-11). La lectura reflexiona sobre la justicia de Dios y la fe. En esta sección se encuadra el fragmento que se proclama hoy.
Reflexión
¡Revelación de la justicia de Dios!
Ahora la justicia de Dios, atestiguada por la ley y los profetas, se ha manifestado independientemente de la ley. En el pensamiento paulino la justicia centra su atención de manera singular y peculiar. El procede del judaísmo más estricto en el que la gratuidad no era la preocupación central. Pablo mismo ha sido alcanzado por la misericordia de Dios gratuita que le ha abierto el corazón a Jesús resucitado. En este Jesús ha encontrado la libertad, la salvación y el amor de Dios. La justicia es la síntesis de los bienes salvíficos ofrecidos por Dios. Y precisamente la misión de Jesús es ofrecerla a todos los hombres gratuitamente para que sea acogida por la adhesión personal a ese Dios por medio de Él. Se pregunta Pablo ¿Qué hacer con la ley y los profetas? ¿Qué hacer con el antiguo Testamento? ¿Tiene Dios dos planes de salvación? Pablo responde que el plan es único. Lo antiguo cumplió la función de un pedagogo que conduce al menor de edad hacia la mayoría de edad, su función es temporal. Dios anunció la justicia definitiva por medio de la ley y los profetas, pero, llegada la plenitud de los tiempos envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley para concedernos ser hijos adoptivos suyos. La ley y los profetas cumplieron su misión. Pero siguen teniendo un valor pedagógico. Llegado el cumplimiento, Jesús mismo es la ley y la profecía por excelencia.
Evangelio: (Mateo 7,21-27)
Marco: El contexto está dedicado a presentar las características del verdadero discípulo de Jesús.
Reflexiones
1ª) ¡Lo que distingue al verdadero discípulo!
No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El título Señor es el propio del Jesús glorioso. Es una confesión solemne de la identidad de Jesús. Puede ser malentendido como invocación de un nombre mágico con el que poder dominar los acontecimientos y la naturaleza. No bastan estos usos del nombre para garantizar la entrada y posesión definitiva del reino. Los verdaderos discípulos son aquellos que realizan la voluntad de mi Padre. En la oración que ofrece Jesús a los discípulos como su característica aparece, en la versión mateana no en la lucana, la tercera demanda de deseo: Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. En primer lugar, en esa demanda el discípulo pide al Papá Bienamado que lleve a efecto, que realice su proyecto a favor de los hombres. La voluntad se entiende como el resultado de la decisión tomada por Dios, su plan, su proyecto. Realizarse la voluntad de Dios en la tierra significa que lo que él ha decidido se lleve a efecto; pero el sujeto es Él mismo. Ese sería el sentido de los pasivos que se utilizan en las tres demandas de deseo. Esta ha sido la misión y la tarea de Jesús presente entre nosotros. El alimento, el ideal y la tarea principal de Jesús fue llevar a efecto este programa, proyecto o plan de Dios. Jesús vive pendiente de su Padre para realizar lo que le agrada y lo que conviene a la salvación de los hombres. Porque este proyecto es una realidad para ejecutar en la historia de la salvación. Seguir a Jesús significa imitar toda su vida en todos sus aspectos, hacer de los ideales del maestro los suyos propios. Por tanto, un verdadero discípulo es el que coloca en primer plano y en el centro de su vida y de acción la voluntad-proyecto de Dios a favor de los hombres.
2ª) ¡Edificar sobre roca viva escuchando la palabra de Jesús!
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. La imagen de la casa construida sobre roca procede del medio ambiente cultural. La ciudad de Jerusalén que conoció Jesús y sus discípulos estaba construida sobre roca. Es frecuente, sobre todo en los Salmos, el recurso a la imagen de la roca como expresión de seguridad, firmeza y permanencia. Es frecuente hablar de Dios como “mi roca y salvación”, “la roca de refugio donde me pongo a salvo.” Porque las fortalezas se solían construir sobre picachos rocosos para mayor seguridad frente a los ataques frecuentes de conquistadores e invasores. Estas imágenes nos conducen a la misma realidad: firmeza, consistencia y bastiones inexpugnables (Mt 16,18). El recurso, por tanto, a la edificación de la casa sobre roca está muy bien enmarcado en las costumbres antiguas y es entendida por los oyentes con relativa facilidad. Pues bien, Jesús afirma que sus palabras son como una roca viva. El que escucha estas palabras asienta el sentido de su vida y de su destino futuro sobre realidades vivas y firmes. El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán, afirmaba Jesús. Las palabras de Jesús son permanentes, firmes como la roca, eficaces por sí mismas si se las escucha atentamente, se acogen con un corazón limpio y dispuesto. Todo el sermón es como una roca viva sobre la que se puede construir el edificio de un verdadero discipulado que conduce a la posesión del reino (cf. 1Cor 3,10ss; 1Pe 2,1ss).