Abr
Homilía Viernes Santo
Año litúrgico 2011 - 2012 - (Ciclo B)
“ Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
La riqueza del relato joánico de la Pasión de Jesús es enorme, como rica y extensa es también la liturgia del viernes santo. Ofrecer alguna pauta puede facilitar al predicador su tarea en un día en que no resulta fácil saber por dónde apuntar con la palabra.
Clave. Nuestra propuesta es muy sencilla: ¿por qué no emplear como hilo conductor de la predicación las preguntas que aparecen en el relato joánico?
Fundamento. Si partimos del presupuesto de que el texto proclamado actualiza una historia, una historia que creemos que conecta con el presente, con nosotros; si, además, los cristianos pensamos que esa historia es la síntesis de la economía de la salvación, ¿por qué no acercarse al relato de la Pasión planteándose las cuestiones que desde él se formulan, dejando así que sus preguntas nos franqueen el acceso a su entraña y descubran nuestra implicación en él? ¿No será esta vía una forma de poder percibir la vitalidad de una palabra que sigue siendo significativa?
Aplicación. Las diferentes preguntas que contiene la narración de la Pasión se pueden organizar de acuerdo a los siguientes criterios: a) preguntas de Jesús a quienes le detienen y lo mantienen vigilado durante el proceso; b) pregunta de Anás a Jesús; c) pregunta de Jesús a Anás; d) preguntas de Pilato a las autoridades judías que le han llevado detenido a Jesús; e) preguntas de Pilato a Jesús; f) pregunta de Jesús a Pilato; g) pregunta de Jesús a Pedro y h) preguntas de la gente a Pedro. El análisis de cada uno de los bloques de preguntas permite lecturas del relato que implican cada vez más al lector del texto y, por eso, ofrece interesantes sugerencias para la reflexión. Vamos a verlo.
- Preguntas de Jesús a quienes le detienen y luego lo vigilan. Son dos. La primera, que se repite por dos veces, va dirigida a los guardias que irrumpen en Getsemaní para arrestarlo. Dice el relato: Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? La respuesta de los soldados es rotunda: A Jesús el Nazareno. Este interrogante y su respuesta cobran actualidad al ser proclamados en el contexto de la celebración. La búsqueda de Jesús ¿no es el principio que ha de regir la vida del discípulo y la razón de ser del seguimiento?
La segunda pregunta la formula Jesús tras ser abofeteado por un guardia cuando es interrogado por el Anás. Jesús, dirigiéndose a su agresor, le dice: Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado, pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas? En labios del Maestro de Nazaret, esta pregunta hace pensar en el sinsentido de toda violencia que nos causamos unos a otros, en especial, claro, la gratuita, la que no tiene ninguna justificación y, por eso, nunca puede ser legitimada, ni argumentada. - Pregunta de Anás a Jesús. Jesús, arrestado, es conducido a casa de Anás, suegro de Caifás, Sumo Sacerdote. El detenido resulta peligroso para la fe de Israel. El poder religioso ha de juzgar la ortodoxia de su doctrina. Por eso, el relato nos cuenta que Anás interroga a Jesús sobre su enseñanza y sobre sus discípulos.
- Pregunta de Jesús a Anás. Jesús no quiere responder directamente a su interrogador. Le remite a los que le han oído: yo he hablado abiertamente al mundo: yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo… y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho. Resulta muy llamativo que Jesús en su respuesta-pregunta a Anás implique a sus oyentes. El relato de la Pasión nos introduce en el drama de Jesús, los que lo leemos o escuchamos somos invitados a participar en él, a dar testimonio de Jesús y de su doctrina. Así es la vida cristiana. Dar testimonio no siempre es fácil. La situación en la que se halla Jesús en el relato lo muestra. La actitud de Pedro, que luego destacaremos, lo corrobora.
- Preguntas de Pilato a las autoridades judías que le han llevado detenido a Jesús. Tras el interrogatorio de Anás, Jesús es conducido a la presencia de Caifás. El texto no nos informa de ningún detalle de este encuentro. Luego, lo trasladaron al Pretorio para ser interrogado por Pilato. Resulta muy significativo que el poder religioso y el poder político, que no son precisamente amigos, se busquen y se necesiten a propósito del caso Jesús. El Maestro de Nazaret es rechazado por los grandes de este mundo. Pilato, al ver a Jesús, lanza una pregunta a los piadosos judíos que, claramente, manifiesta la distancia que hay entre ellos: ¿qué acusación presentáis contra este hombre? Los acusadores son los judíos. Él, en principio, es el juez no sólo de la persona acusada sino de la consistencia de la acusación de los hombres religiosos contra Jesús. Tras el interrogatorio al Nazareno, esta circunstancia queda todavía más de manifiesto. Pilato, dice Juan, no ve culpa en Jesús. Dada la situación, ateniéndose a las costumbres en torno a la pascua, les propone la posibilidad de que eligen a qué acusado quiere que libere. En ese instante, pregunta a los judíos: ¿queréis que os suelte al rey de los judíos? Los judíos no quieren. Hay aquí otro detalle curioso: con Jesús siempre el mundo funciona al revés; él favorece el nacimiento de nueva mentalidad que lo cambia todo, incluso, entre sus acusadores. Los políticos, Roma, no ven el peligro religioso de Jesús que plantean los judíos; éstos, al final y para lograr su objetivo, lo presentan como un peligro potencial para el poder romano. Extrañas coincidencias que hacen pensar.
- Preguntas de Pilato a Jesús. Son las más sabrosas y abundantes. El representante del poder político dialoga con el acusado tratando de averiguar quién es y la verdad de la acusación de la que es objeto por parte del poder religioso judío. En el trascurso del interrogatorio, el lector comprende que las cuestiones lanzadas por Pilato son cruciales para tomar partido o rechazar a Jesús; por otro lado, son, igualmente, sus propias preguntas (¿eres tú el rey de los judíos?, ¿qué has hecho?, conque ¿tú eres rey?, ¿qué es la verdad? y ¿de dónde eres tú?). Los grandes de este mundo, por el poder que ostentan, se creen en condiciones de juzgar sobre las vidas y las enseñanzas de los demás. Sobre todo, cuando su poder se siente amenazado o cuestionado. Al final, Pilato, ante el silencio de Jesús, le espeta: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte? ¿Qué significa este silencio de Jesús?
- Pregunta de Jesús a Pilato. El texto joánico sólo nos refiere una pregunta de Jesús a Pilato. Es una pregunta que, como en otros momentos de la pasión, busca claramente la complicidad de los lectores. Es una invitación a que la respondamos nosotros. La pregunta de Pilato fue: ¿eres tú el rey de los judíos? La contestación del Nazareno es otro interrogante: ¿dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? ¿No resuena en esta pregunta el eco de ese pasaje en el que Jesús aborda a sus discípulos con dos cuestiones: quién dice la gente que soy yo y vosotros, quién decís que soy yo? Con Jesús, a la postre, únicamente vale la respuesta personal, la que compromete la vida.
- Pregunta de Jesús a Pedro. Al inicio del relato de la Pasión, cuando los guardias vienen a detener a Jesús en el huerto, Pedro con una espada se enfrenta a ellos. Jesús le reprende y le lanza una pregunta que no tendrá respuesta. No es de extrañar, la cuestión dirigida al discípulo expresa la clave de bóveda desde la que entender el drama de la Pasión y su contenido ha de ser procesado adecuadamente por los discípulos. Esta pregunta parece expresar algo así como que todo lo que está aconteciendo tiene sentido para Jesús en razón de su relación con el Padre y el cumplimiento de su voluntad salvífica: el cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber? Pedro, el discípulo, queda descolocado. Así continuará en la siguiente sección. ¿No es una seria advertencia para nosotros?
- Pregunta de la gente a Pedro. El último apartado no sitúa de nuevo en el ámbito del discipulado. Pedro continúa siendo el protagonista. Un nuevo guiño para el lector e hipotético seguidor cristiano. Jesús ha sido arrestado. Pedro, el primero de los discípulos, observa la escena. Sabemos que, anteriormente, Pedro había afirmado que daría su vida por Jesús. Éste le había anunciado que le negaría. Ahora el hermano de Andrés se enfrenta a su realidad y, con él, todos los discípulos. Avanzar junto a Jesús compromete seriamente la vida, ¿quién podrá hacerlo? Por tres veces Pedro es interrogado en relación a su condición discipular (¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?, ¿no eres tú también de sus discípulos?, ¿no te he visto yo con él en el huerto?) Por tres veces niega. Canta el gallo.