Dom
7
Oct
2018

Homilía XXVII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

Serán los dos una sola carne

Introducción

La primera lectura ofrece una visión de fe sobre el misterio del ser humano en su relación con la creación, con otros seres humanos y con Dios.

La visión de fe, nos dice que el amor creador de Dios nos crea como hombres y mujeres, y nos capacita para dar sentido a nuestro ser personas en el descubrimiento del otro. En el otro, el hombre toma conciencia, se reconoce a sí mismo: «¡Esta sí que es carne de mi carne!».

Podemos así entender el relato de la creación de la mujer como la “creación del otro”.

 “Dios hizo caer a Adán (= humanidad) en un profundo sueño” (Gn 2,21 = Gn 15,12) Es decir, Dios interviene en la creación de un modo misterioso, que el hombre no conoce, y que le sitúa al hombre en una dimensión nueva.

Es la vocación del hombre a la trascendencia y la alteridad, la vocación al amor. El vacío dejado por la costilla, indica la necesidad del otro, sin el otro nos falta algo esencial, hay un vacío.

La segunda lectura (Hebreos 2, 9-11) describe cómo Cristo Jesús en la vivencia del amor nos entrega su vida, en la pasión y la muerte en la cruz. Él lucho a gritos y con lágrimas para realizarse en el amor, cumpliendo la voluntad del Padre.

Creados por Dios para la complementariedad, podemos a ejemplo de Cristo desarrollar la vocación humana y de fe en la entrega a los hermanos, aunque a veces conlleve lucha, gritos de dolor y lágrimas.

El evangelio nos propone un ideal del proyecto creador de Dios para la mujer y el hombre:  "que sean una sola carne", se reciban mutuamente como don de Dios (se la presentó al hombre) e inicien una vida compartida en la mutua entrega, amorosa y fiel.