Jun
Homilía Domingo de la Santísima Trinidad
Año litúrgico 2008 - 2009 - (Ciclo B)
“ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
El misterio de Dios
Celebramos un Dios único que es comunidad. Comunidad de palabra y de amor. Comunión tan estrecha o tan complementaria que constituye un único Dios. Es celebrar un misterio. Confesémoslo sin ambages. Expresarlo tiene sus complicaciones. Las ha tenido a lo largo de la historia de la fe. Al final se ha expresado esa realidad combinando los conceptos de “naturaleza” y “persona”.
¿Por qué Dios revela su intimidad?
La encarnación de Dios parece exigir esa realidad de tres personas. El Hijo como distinto del Padre y del Espíritu hace creíble
Misterio de Dios y misterio nuestro
Podemos buscar, si no razones, si consecuencias de esa revelación de
Quedémonos con ambos misterios
El misterio es lo que hace más noble a la condición humana. El misterio no se entiende sólo como el límite de nuestro saber. Es el horizonte entrevisto hacia donde caminar. No limita, sino que estimula la búsqueda de la verdad. Pero el misterio expresa algo más importante que no es sólo cognoscitivo. Nos sitúa en el ámbito de lo no controlable, no utilizable, no reducible a instrumento de nada ni de nadie, en el ámbito de lo absoluto e incondicionado, en el ámbito de Dios. Cada ser humano es siempre algo más que lo que van sabiendo las muchas ciencias que tratan del hombre. Supera el conocimiento científico, por muy alto que vaya siendo el desarrollo que alcance. Ser imagen y semejanza de
Contemplación
El misterio no está en nuestras vidas sólo para contemplarlo. Sí para reconocerlo y obrar actuar de acuerdo con él. Pero la contemplación es necesaria,esa larga y amorosa mirada sobre las cosas como ha sido definida. Larga porque necesita tiempo y pausa, “darse tiempo” para contemplar. Amorosa, porque sin afecto no existe verdad honda si nos referimos a personas divinas o humanas. Contemplar el misterio –de Dios-Trino y del ser humano- nos sitúa adecuadamente para encontrarnos con ambos. Ese encuentro es el momento más elevado de la condición humana.
Hoy se celebra el día de la vida contemplativa, bajo el título de Jornada pro orantibus, es decir, por los que oran. Monjes y monjas que, en comunidad, pretenden encontrar ámbito y tiempo para contemplar a Dios, su misterio; y, así, aproximarse al propio misterio y al de los demás. Los monasterios de monjes y monjas son un grito a favor de dejar tiempo a la contemplación, como modo de desarrollar lo mejor de lo que somos. Son un grito y un testimonio que proclaman que existen ecosistemas humanos constituidos por personas que no necesitan de tanto como creemos necesitar para vivir; que oxigenan nuestra contaminación por el tener, para centrarse en lo mejor del ser, la contemplación afectiva del misterio de Dios. Y, a su luz, la de nuestro propio misterio. Hemos de agradecer y potenciar su existencia. Los necesitamos. Aunque los monjes y las monjas no se dediquen a atender enfermos o educar o a labores asistenciales, nos son útiles, porque nos ayudan a ser lo que debemos ser, a vernos ante Dios.