Ene
Homilía Bautismo del Señor
“ Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo ”
Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)
Nota: El acontecimiento del Bautismo de Jesús ha causado siempre mucha extrañeza y sorpresa. Comenzó en la etapa apostólica. Los primeros cristianos se preguntaban: ¿Por qué se acercó Jesús al Jordán para recibir un bautismo de "penitencia y conversión"? ¿para qué quiere pasar por este rito Jesús? Ciertamente que Jesús no "necesitaba" el Bautismo de Juan. Jesús era el Hijo de Dios por naturaleza, no tenía pecado, Él mismo es la cabeza de la Iglesia y era heredero de Dios por naturaleza. Jesús respondió a Juan: Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere. Por otra parte, la historicidad de este acontecimiento nunca se ha puesto en duda en la investigación bíblica ya que no se ha visto ninguna razón para que los cristianos crearan esta historia.
Primera lectura: (Isaías 42,1-4.6-7)
Marco: Es el primer cántico del Siervo de Yahvé. El profeta-poeta que llamamos Segundo Isaías (Is 40-55) nos ha dejado cuatro poemas sobre el Siervo de Yahvé de una belleza incomparable tanto literaria como teológicamente (Is 42,1-7; 49,1-7; 50,4-9; 52,13-53,12). Mucho se ha escrito sobre estos poemas, el resultado es: que se trata de una persona individual con una misión de "personalidad corporativa", es decir, que asume en su persona la responsabilidad del pueblo y de la humanidad; que se trata de un profeta con rasgos regios que sintetiza todas las cualidades de los profetas; que es elegido por Dios con singular atención y cuidado; que su destino es restaurar la alianza de Dios con su pueblo y, a través de él, con toda la humanidad a través de la predicación y del sufrimiento vicario. Fue humillado hasta una muerte ignominiosa, pero Dios lo rehabilitó, lo resucitó y le dio honor singular entre los grandes.
Reflexiones
1ª) ¡El Siervo, elegido y preferido de Dios, equipado para la misión!
Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi Espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. Hay que subrayar que el Siervo es elegido de modo singular y privilegiado por Dios. Es aquel en quien se complace su alma, es decir, del agrado total de Dios, es su preferido. El contexto inmediato de esta vocación es la liberación del pueblo de Dios del exilio de Babilonia, pero más allá de estas fronteras nacionales se vislumbra y abre un horizonte más amplio. Se le promete un don especial del Espíritu para que puede llevar adelante su misión que no sería fácil y que estaría sembrada de graves y duras dificultades. Con la luz y la fuerza del Espíritu llevará adelante con éxito la misión que se le encomienda. Aunque el Siervo es un profeta y la síntesis acabada del profetismo, tiene también rasgos regios. Por eso desde el primer poema se le atribuye una de las funciones más características de los reyes de Israel: la defensa del derecho de los pobres, los huérfanos, las viudas y los indefensos. Este poema manifiesta a los creyentes-testigos de Jesús que ser llamados a esta tarea es un privilegio de Dios y que son capacitados adecuadamente para realizarla. Por tanto, hay de disipar el miedo y las dudas y realizar nuestra misión con firmeza y confianza total.
2ª) ¡La misión del Siervo para su pueblo: restauración!
Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará hasta implantar el derecho en la tierra. El Siervo de Dios que es modelo de respeto, suavidad y mansedumbre, realizará, no obstante, su misión de restauración con firmeza. Las circunstancias en que ejerció su tarea no fueron nada fáciles: exilio y el post-exilio de Babilonia. Todo estaba derrumbado y había que restaurarlo. En esta ardua tarea el Siervo va a la cabeza del pueblo. Por eso necesitará la firmeza que procede del Espíritu que se le ha prometido de modo especial. No se dejará arrastrar por la acepción de personas, ni por la debilidad. Implantará el derecho con limpieza, firmeza, ecuanimidad y equidad. Es el modelo ejemplar de profeta y gobernante que sólo aspira a hacer posible el bien común de todos. Los creyentes que vivimos en un mundo hostil y agresivo necesitamos esas cualidades del Siervo para cumplir nuestra tarea de testimonio vivo en nuestros ámbitos habituales de convivencia y de trabajo. Somos invitados a conjugar armónicamente la suavidad, mansedumbre con la firmeza y la valentía.
3ª) ¡La misión del Siervo: luz de las naciones!
Yo, el Señor, te he llamado... te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. La vocación del siervo transciende las fronteras de Israel. El profeta-poeta anónimo que compuso estos poemas abre el horizonte hasta englobar a todas las gentes y naciones. La experiencia de Babilonia y el encuentro con otros pueblos hizo madurar en su mente, iluminada por el Espíritu inspirador, que la tarea de este Elegido privilegiado de Dios era convocar a todas las gentes para que pudieran entrar en el proyecto salvador de Dios. Este pensamiento aparecerá en el Nuevo Testamento cuando se hable de la misión de Jesús (recuérdese el encuentro con Simeón y el envío de los Apóstoles por el resucitado según Mateo 20,18-20) y cuando se hable de la vocación de Pablo ( Hch 9, 22 y 26). Los discípulos de Jesús son llamados a proclamar al mundo que en Dios no hay acepción de personas; que todos son llamados a participar realmente de la salvación.
Segunda lectura: (Hechos de los Apóstoles 10,34-38)
Marco: Estos versículos forman parte del discurso de San Pedro en casa de Cornelio, donde se produjo la primera conversión de gentiles al evangelio como fruto de la exposición kerigmática que les proclamó. La misión de Jesús comenzó por su bautismo en el Jordán.
Reflexiones
1ª) ¡Dios no tiene acepción de personas!
Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. En los poemas del Siervo se anunció una tarea universal. Pedro comprueba que Jesús, el verdadero Siervo de Yahvé, ha realizado satisfactoriamente aquella misión anunciada como lo muestra el hecho de que, después de la escucha del Anuncio solemne sobre Jesús (kerigma), una familia de paganos se abre a la fe y a la salvación y recibe el Espíritu. Son la primicia y la garantía de una cosecha mucho más abundante. Realmente el Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, no tienen acepción de personas; todos le interesan y todos son llamados a participar de la filiación divina adoptiva. Para los creyentes ya no hay distinción de razas, lenguas, naciones o expresiones religiosas. Desde la convicción de su propia fe vivida y experimentada sabe que el diálogo con todos es posible, necesario, sincero y urgente.
2ª) ¡Jesús ungido por el Espíritu Santo!
Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo. Otro aspecto de la promesa que se cumple en Jesús: ha recibido el don del Espíritu Santo para realizar su misión y su tarea. Pedro recuerda un aspecto importante en esta donación del Espíritu: Jesús recibió la fuerza del Espíritu. A Lucas le place llamar al Espíritu "Fuerza" (Dynamis) de Dios (Lc 1,35; Hch 1,8). Este aspecto es importante para comprender la misión de Jesús: a pesar de las graves dificultades, incomprensiones y rechazos, Jesús llevará adelante la misión hasta la consumación final. Tampoco a los discípulos de Jesús les faltará esta fuerza que viene de lo alto y contra la que nadie podrá. Ya lo habían experimentado los profetas (Jr 1,8s). Nunca ha sido fácil la tarea del testimonio de la vida y la evangelización. Pero siempre ha seguido adelante, especialmente por el testimonio de los mártires.
3ª) ¡Jesús, el hombre para todos, pasó haciendo el bien!
Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Así capacitado para la misión, Jesús pasó haciendo el bien. Era el hombre para los demás en todos los aspectos. Y Pedro lo recuerda solemnemente en su proclamación kerigmática. Este reconocimiento y proclamación define un aspecto importante de la misión y tarea de Jesús. Es una característica del Siervo de Yahvé el ser para los demás y por los demás. Se ha cumplido amplia y superabundantemente la profecía sobre el Siervo.
Evangelio: (Mateo 3,13-17)
Marco: El contexto es bien conocido. Mateo se limita a decir que Jesús fue desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Lucas parece sugerir que Jesús se acercó al Jordán en medio de los que se dirigían allí a recibir el bautismo de Juan. Es necesario anotar que todo el relato del bautismo de Jesús es una epifanía, es decir, un relato revelador de realidades muy profundas en un lenguaje austero y sobrio: es el momento en que Jesús recibe su misión y el equipamiento necesario para la misma.
Reflexiones
1ª) ¡Jesús, entre los pecadores, se acerca al Jordán!
Fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que le bautizara. Sorprendente situación: Jesús entre los pecadores camino del Jordán. Desde el comienzo del relato se invita al lector a centrar su atención adecuadamente. Todo el acontecimiento está cargado de profundo sentido y el evangelista quiere que desde el principio dirijamos la mirada en la dirección que él estima la adecuada. Jesús va a recibir la misión y tarea del Siervo: asumir sustitutivamente la responsabilidad del pueblo y de la humanidad. Por eso presenta de modo anticipado visualmente esta misión y tarea. Los discípulos de Jesús no caminan por el mundo aislados. Al contrario, lo hacen por los mismos caminos y en los mismos ámbitos que sus hermanos los hombres. Ahí, en medio de todos, el creyente es sal y luz. Y es llamado a no escandalizarse del mal de nadie, sino a reconocerlo, asumirlo y tratar de superarlo. Ardua pero noble tarea.
2ª) ¡Es necesario cumplir el plan de Dios!
Juan intentaba disuadirlo diciéndole: soy yo el que necesita que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí? Jesús le contestó: Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere. Este corto diálogo de Jesús con Juan es altamente dramático y significativo. En el relato de la infancia según Mateo nada se nos dice de Juan. Es Lucas quien recuerdo ampliamente la anunciación de su concepción y las circunstancias de su nacimiento. Incluso lo presenta como pariente de Jesús. Por tanto, habrá que pensar que es el primer encuentro de lo dos frente a frente. Juan, como profeta, descubre a quién tiene delante y se niega a bautizarlo. La respuesta de Jesús es una expresión cargada de sentido en la historia de la salvación. Dios tiene un plan y en él está incluido este encuentro fundamental. Realicemos este proyecto desde los comienzos, insiste Jesús.
3ª) ¡Donación del Espíritu para la misión!
Salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Es necesario observar que la donación del Espíritu no está relacionada con el bautismo. Se abren los cielos y desciende el Espíritu cuando Jesús ha salido de las aguas del Jordán. El bautismo de Juan no confiere el Espíritu Santo. Esto es un privilegio propio del bautismo cristiano y sólo del bautismo cristiano. La apertura de los cielos y el don del Espíritu son dos realidades que convergen en la misma significación: en este momento se declara solemnemente que aquel hombre, llamado Jesús, que está al borde del Jordán es a la vez el Profeta escatológico, es decir, el Profeta esperado para el momento culminante de la salvación y el Siervo de Yahvé que llevará adelante el proyecto de Dios. Por eso recibe el equipamiento necesario para cumplir esta misión. El don singular del Espíritu Santo que, en la visión de Juan el evangelistas, permanece establemente sobre él y siempre (característica especial del momento culminante de la salvación) (Jn 1,32).
4ª) ¡Jesús es el predilecto de Dios!
Y vino una voz del cielo que decía: este es mi hijo, el amado, mi predilecto. La voz que se oye procedente del cielo corrobora la vocación de Jesús. Aquel hombre es a la vez el Siervo de Yahvé y el Hijo de Dios, el Elegido para llevar adelante la salvación. Mateo ya nos había anunciado que Jesús es el Hijo de Dios desde la concepción virginal. Pero en una reflexión cristológica éste descubrimiento (alimentado y dirigido por el Espíritu Santo) fue lento en la primera Iglesia: comenzó después del Acontecimiento Pascual, se entendió ya en el Bautismo y finalmente en la concepción virginal. La misión de Jesús engloba todos los aspectos que fueron anunciados para el Siervo, pero realizados de una manera supereminente: anunciar la Palabra para restaurar e inaugurar la nueva alianza y asumir sustitutivamente la responsabilidad del pueblo y de la humanidad. Por eso es tan importante este acontecimiento de la vida de Jesús. El creyente en medio del mundo es un freno de la agresividad, violencia y egoísmo ambicioso de los hombres. Es un instrumento de reconciliación y de paz, a imitación y representación de Jesús, en medio de los hombres. Esta tarea y misión son especialmente urgentes de nuestro tiempo. El testimonio de la promoción de la paz con la vida y las palabras es una forma excelente de imitar a Jesús en su tarea y misión del Siervo.