Jue
8
Dic
2011

Homilía La Inmaculada Concepción

Año litúrgico 2011 - 2012 - (Ciclo B)

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas

Introducción

La liturgia a lo largo de los domingos de adviento nos va presentando personajes que intervinieron en la preparación de la llegada del Mesías. Los profetas, Isaías o Natán, en los primeros días, y posteriormente, Juan Bautista. Ya en los domingos finales aparecen protagonistas directo del nacimiento de Jesús: María y José, según el relato sea de Lucas o de Mateo respectivamente.

Esta presencia suya, ineludible, y exigida en el Adviento, viene precedida de esta fiesta de la llamada “Inmaculada Concepción de María”. La fiesta es fiesta de Adviento, es decir de preparación a la venida de Jesús. Así la hemos de entender. Dios la preparó con ese privilegio de ser liberada de pecado, en concreto del que llamamos “original”, al tener en cuenta los previstos méritos liberadores de su Hijo, Jesús. María estuvo en la preparación real de la Navidad de Jesús, la fiesta de hoy está en la preparación cultual. Lo que celebramos no es un acontecimiento, la concepción de María, sino a una persona, a María, en concreto la plenitud de su gracia, que proclama el ángel en el momento de la Anunciación de su maternidad.

La única manera válida de entender a María es en función de Jesús y del proyecto de salvación que su hijo viene a ofrecernos. Y en función de su cooperación a ese proyecto hemos de entender que el pecado no la tocara. Hoy recordamos a María anunciando, desde la integridad moral de su ser, desde su plenitud de gracia, a quien abrirá para nosotros el camino “hacia una nueva tierra y un nuevo cielo, en los que habite la justicia”.