Homilía Santo Domingo de Guzmán

Introducción

Cada día, en la celebración litúrgica vespertina, la Familia Dominicana se dirige a Santo Domingo de Guzmán, su Fundador, con esta antífona: “Luz de la Iglesia, Doctor de la Verdad, Ejemplo de paciencia, Ideal de castidad, que nos diste a beber con largueza del agua de la Sabiduría, predicador de la Gracia, júntanos a los santos”. En pocas líneas, un buen resumen de su perfil humano-religioso y una bella estampa de lo que Santo Domingo representa para sus seguidores a lo largo de siete siglos de historia.

Nuestro Santo murió el 6 de agosto de 1221, en Bolonia (Italia), rodeado de sus frailes, cuando aún no había cumplido los 50 años. La fecha de su tránsito de este mundo ha sido el dato determinante para que su fiesta litúrgica se celebre este día. El Papa Gregorio IX, amigo personal del santo, lo canonizó el 3 de julio de 1234, después de un exhaustivo examen de sus virtudes heroicas y milagros obrados por su intercesión. El culto y devoción a su persona se extendió muy pronto tanto en el ámbito de la Familia Dominicana como en el de otros sectores de la Iglesia Universal.