Dom
9
Mar
2025

Homilía I Domingo de Cuaresma

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

No tentarás al Señor, tu Dios

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

El Espíritu lo llevó por el desierto

En nuestra lógica de las tentaciones creemos que allí donde sabemos que está la tentación o el mal pensamos que no debe estar el Espíritu. Por eso, nos resulta muy extraña la decisión de que Jesús fuera guiado por el Espíritu hacia al desierto dado que allí es tentado.

Es lógico pensar que el Espíritu debería defender a Jesús de las tentaciones, salvarlo del poder del mal, de la desolación… En cambio, no. El evangelista Lucas transforma nuestro modo de pensar el cómo deberían ser las cosas. ¿Por qué lo hace así? Porque la experiencia del desierto es la experiencia de encontrarnos a nosotros mismos en nuestra más cruda verdad. Una persona cuando está en crisis, cuando se encuentra en desolación significa que está tocando el propio límite, su propia debilidad, la propia fragilidad. Por tanto, está haciendo un profundo baño de realismo de sí mismo. Tristemente esta experiencia no nos gusta, nos es agradable sentirnos débiles y frágiles porque no nos gusta mirarnos con tal sinceridad. Quizás este es el motivo por el que no nos gusta ni el desierto ni la desolación.

Precisamente es aquí donde interviene el tentador. El tentador no es aquel que te tienta en el desierto o en la desolación, sino el que te dice: “sígueme a mí porque si no me sigues vas a terminar en el desierto”. Sin embargo, la vida espiritual nos conduce en la prueba, nos conduce a mirarnos a nosotros mismos en nuestra total desnudez del alma, pero como esto no nos gusta dejamos que el tentador nos seduzca, el cual no quiere de ninguna manera que tengamos nuestras crisis, no le agrada que vayamos al desierto y con tal de que no vayamos es capaz de ofrecernos cualquier cosa.

Si entendemos las tentaciones desde este punto de vista, nos damos cuenta de que los trastornos alimentarios, los afectivos, la dependencia y las relaciones tóxicas, son todos modos de estar en el mundo que no afrontamos para evitar la crisis. Con tal de no afrontar el problema nos llenamos de cualquier cosa y esta es la victoria del tentador. Jesús al entrar en el desierto obliga el mal a que se revele y así, lo confronta cara a cara. En cambio, el modo en que el tentador opera llevándonos a la destrucción, no es haciéndolo de manera explícita, sino disfrazado, oculto y ofreciéndonos continuamente una vía de escape. El mal nos hace vivir en modo alienante, no nos permite estar dentro de la realidad, lo que significa que no vivimos en profundidad nuestro compromiso matrimonial, nuestra amistad con los otros, nuestra vocación, nuestro compromiso con el trabajo… más bien es como vivir en otra dimensión escapando de la confrontación, de la realidad y de la verdad. Por miedo de afrontar esta crisis somos capaces a veces de vender nuestra alma.

Jesús lleno del Espíritu Santo

Quien vive en cambio la vida espiritual -esto significa que Jesús estaba lleno del Espíritu Santo y estaba guiado por él- se da cuenta de que, en vez de estar dándole vueltas a los problemas, en vez de estar girando alrededor de la crisis conviene afrontarlos a pecho descubierto, es decir: de frente. De la sencillez y simplicidad con la que sabes nombrar tu crisis y tu problema se ve cuánto Espíritu tienes dentro. En cambio, es interesante que a veces nuestra concepción de estar lleno del Espíritu supone que no nos equivocamos, no hacemos nada mal, no somos débiles, no tenemos crisis y estamos estupendamente… esto es un error, porque el punto de partida de la vida espiritual es meternos en la crisis para que podamos afrontar todo aquello que tantas veces hemos aplazado. El giro potente del evangelista Lucas es precisamente el hacernos cambiar nuestras convicciones erróneas. Por tanto, si vienes a rezar para no entrar en crisis, no has entendido para qué sirve la oración, porque sucede justamente lo contrario, es la verdadera oración la que te introducirá en crisis y en desolación. Nos han enseñado que la oración nos ayuda a sentirnos bien, que la oración es un psicofármaco. Una oración que solo busca este tipo de beneficio no es la oración de Jesús. La oración de Jesús es la oración que nos lleva al desierto, a la verdad de nosotros mismos.


¿Qué disposición tengo de hacer un camino espiritual al inicio de la Cuaresma?

¿Cuáles son las seducciones en las que sé que puedo ser vulnerable? ¿Cómo rezo, para qué rezo?