Abr
Homilía Domingo de Ramos
Año litúrgico 2016 - 2017 - (Ciclo A)
“ ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
Historia de amores y desamores
El relato de la Pasión de Jesús, que acabamos de escuchar tomado del Evangelio según San Mateo, es una historia de amores y desamores, de fidelidades e infidelidades, y su muerte es la mejor expresión de un amor total, prolongado hasta el final de su vida.
Es un relato denso, con diferentes escenas, personajes, fragilidades humanas; y, en contraposición, con una fortísima figura de Jesús, persistente en su voluntad de fidelidad a Dios, entendida como servicio total a la gente más débil y pecadora, con amargura, con dolor, con sufrimiento extremo; cosas todas que nos van llevando hacia el acto central de todo lo acontecido: el injusto ajusticiamiento, la muerte de Jesús en la cruz, al estilo de las personas ajusticiadas por marginales, por indeseables, por rebeldes, por oponerse al sistema de poder romano. En ese hombre así ajusticiado, en ese Jesús de Nazaret, está para nosotros, el rostro y la llamada de Dios.
La muerte de Jesús no es algo querido ni por Dios ni por el mismo Jesús; es aceptada, eso sí, como punto final de un proceso de compromiso con un estilo de vida entregado a la causa de anuncio y presencialización del Reino de los Cielos, de servicio, que los poderes del momento, como los de todos los tiempos, vivieron como una verdadera amenaza. Esta muerte así vivida abrirá caminos de vida para el mismo Jesús y para quienes a él se quieran asociar. ¿Lo haremos nosotros?
La puerta a los días grandes de la Semana Santa
El Domingo de Ramos señala el inicio de la Semana Santa que culminarán con los días grandes de la Pasión del Señor. En la homilía se puede hacer referencia a ello haciendo un pequeño resumen de cada día:
En la liturgia del Jueves Santo el amor surge espontáneo a borbotones. Por eso, celebramos también el Día del Amor Fraterno. Hemos de despertar la conciencia en tiempos de dualización social y de pobreza intensa y cronificada. El amor de Jesucristo nos sobrevuela a tal altura y rebosa de tantísima sublime dignidad que nuestros gestos más generosos parecen una nadería. Se condensa en el banquete de la Eucaristía, grandiosa novedad y memorial de su infinito Amor. Es la rotunda respuesta del Dios Amor a esa necesidad de sentido que experimentamos los humanos. Sólo un Amor que nos sobrepase nos puede devolver el sosiego. Esta vez sin parábolas, casi sin palabras, sin signos prodigiosos que causen admiración. Un mandil a la cintura, de rodillas a los pies de los Apóstoles, lavándoselos a todos, sin saltarse a Judas. El Señor, se hace servidor de traidores, renegados, cobardes y pusilánimes, de todos. Ninguno es descartado de su Mesa Santa.
Pero todo el que ama de veras sabe que junto al gozo del amor está la Cruz del Viernes Santo. Nuestro mundo está plagado de millones de cruces, de multitud de víctimas de la injusticia, de la violencia, de las fronteras físicas y mentales, de la falta de amor... El que ama sufre y el que no ama hace sufrir y maquinar calvarios e infiernos. Pero en la Cruz de Jesús hay una fuerza salvadora más poderosa que el mal y la muerte. Desde esa bendita Cruz, ninguna esquina del alma humana, ningún recoveco de las estructuras sociales queda sin visitar y redimir. Los dos maderos cruzados expresan la más inseparable solidaridad entre el Cielo y la Tierra, el abrazo con toda la Humanidad sin exclusiones.
Tras el silencio espeso del sábado, mezcla de nostalgia y pálpito de esperanza, llegará por fin la Pascua. La Noche Santa en que todos los hombres y mujeres podemos levantar la cabeza y dejar la vergüenza y el miedo. Todo es gracia, todo es explosión de vida y desmesura. Esta es la fiesta más importante e imponente del calendario litúrgico. La Noche de las noches. Las causas perdidas empiezan a estarlo menos. Es el rescate de los perdedores, la historia de los vencidos, la memoria perpetua de los humillados y las víctimas. El amor del Dios resucitador de muertos que rompe el tiempo cruel de la intrahistoria y nos introduce en el tiempo infinito y amable del buen Dios.
Conclusión
En nuestras comunidades cristianas los próximos días muy probablemente serán de trasiego de personas: algunas que marcharán unos días fuera, y quizá otras que se añadirán procedentes de otros lugares. Que la necesidad de descanso y desconexión no haga que se deje de lado la celebración de estos días centrales de nuestra fe. Invitemos a todos a vivir con sentido, allí donde estén, lo que celebramos: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.