Jul
Homilía XIV Domingo del Tiempo Ordinario
Año litúrgico 2016 - 2017 - (Ciclo A)
“ Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
Las tres lecturas de este domingo son muy significativas pues hacen referencia a la acogida del mensaje de Jesús de Nazaret y al compromiso con su proyecto que el evangelista Mateo llama el “Reino de los Cielos”.
Sirva de ejemplo, antes de pasar adelante, la primera lectura de hoy. Zacarías, tres siglos antes del nacimiento de Jesus, invita a Jerusalén a la alegría y al gozo desbordantes porque llega “un Rey”, un “líder” diríamos hoy, que viene justo y victorioso, que “romperá las armas de la guerra y traerá la paz a los hombres”. Hasta aquí todo parece muy bonito, pero se da la paradoja de que este personaje viene humildemente, montado en un borrico, en un pollino de asna, y pasa desapercibido. Es un oráculo que avisa de la presencia del Señor Jesús que puede pasar desapercibida porque esperamos algo más deslumbrante…
Volviendo al evangelio, nos encontramos con una de sus páginas más bellas que nos ayuda a entender la persona de Jesús y a la identificación con su proyecto.
La escena es la siguiente, vemos a Jesus con sus discípulos, lleva un tiempo recorriendo los caminos de Galilea anunciando la Buena Noticia, ha hecho algunos milagros, pero no todos han entendido su mensaje. Sin embargo, Jesús se siente bien con sus discípulos enseñándoles pacientemente los misterios del Reino. Como tantas veces se dirige al Padre, en oración confiada que comparte con ellos, diciendo:
Te doy gracias Padre, Señor del cielos y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se la has revelado a la gente sencilla
Jesús da gracias al Padre, le llama Señor de cielo y de tierra, era la expresión común y respetuosa de entonces, pero al llamarle Padre quiere compartir su experiencia de Dios, con sus discípulos. Sin su experiencia es imposible comprender la trayectoria humana de Jesús y cuál fue su fuerza para hablar del Reino de los cielos, entendido como compromiso del Padre con la nueva humanidad.
Es interesante señalar que Jesús para hablar con el Padre, emplea el término Abbá, que era la expresión en arameo del lenguaje de los niños de su tierra, Galilea, cuando se dirigían a un padre lleno de amor y de ternura hacia ellos. Así se entienden mejor los siguientes párrafos de esta oración de Jesús cuando alaba a la gente sencilla, a los pequeños, traducen algunos, porque son los que mejor entienden las cosas de su Padre Dios. Esta idea será más desarrollada después a lo largo del evangelio.
Al decir a continuación en su oración al Padre, que ha escondido todo esto a los “sabios y entendidos”, quiere dejar bien sentado que para encontrar a ese Dios “oculto” a nuestra forma de pensar, es importante la disposición interna que empieza cuando nos despojamos de nuestros prejuicios, sobre todo de la autosuficiencia del que se cree en posesión de la verdad. Jesús no rechaza la Ciencia, sino que alerta sobre la dificultad que pueden tener aquellos que solo se apoyan en su saber, porque así no escuchan la Palabra ni se abren afectivamente a ella con sencillez. Ha de escucharse sin prejuicios. Esta actitud es el camino para llegar a entender unos valores que no nacen de la especulación intelectual sino del corazón sincero que busca la verdad, y esto se encuentra más fácilmente entre la “gente sencilla".
Porque así te ha parecido mejor
Con este comentario final, Jesús quiere subrayar que Dios siempre ha actuado así en la Historia de la Salvación revelándose a los humildes que se dejan guiar sin poner resistencia, buscando solamente los planes de Dios, fiándose de su amor paterno. Esta idea está presente en el Antiguo Testamento y desarrollada después en el Nuevo. La Iglesia, desde su origen, ha destacado el ejemplo de María y su canto gozoso del Magníficat viendo en ella un modelo a seguir para los creyentes de todos los tiempos precisamente por su sencillez y humildad al acoger la Palabra de Dios. .
Todo me ha sido entregado por mi Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”
En esta “oración” personal de Jesús con el Padre, el evangelista quiere señalar lo que podríamos llamar “identidad” de Jesús, él es el Hijo de Dios, el enviado por el Padre. En él se cumplen las promesas hecha al pueblo Judío que recogen las Escrituras… por eso es el Mesías, el Señor.
Todos estos aspectos de la personalidad de Jesús están muy elaborados en el evangelio de Mateo que escribe con mucha precisión, pues no olvidemos que va dirigido a sus hermanos judíos y le interesa demostrar esta unidad de Jesús con el Padre, que son la misma cosa, para llegar, después, a desarrollar la universalidad de la Promesa que se cumple ante el rechazo de su Enviado.
Teniendo todo esto en cuenta, entenderemos mejor el llamamiento universal, el modelo de seguimiento, que nos resume maravillosamente el evangelista en el párrafo siguiente:
Venid a mi todos os que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprender de mí que soy manso y humilde de corazón. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera
Estas palabras de Jesús nos recuerdan sus primeros pasos por su tierra de Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena noticia del Reino y curando todo achaque y enfermedad del pueblo. Era lógico que se despertaran en él sentimientos de compasión. Mateo lo señala escuetamente, Jesús pasaba curando toda tipo dolencia y enfermedad. (Mt, 4- 23).
Ahora, al decir: “Venid a mí todos los que estáis cansados”, nos hace una invitación personal que nos alivie. Y nos ofrece un remedio que pudiera parecer sorprendente y que hay que saber entender. Dicho remedio es precisamente tomar su Yugo, cuando lo que buscábamos era descargarnos de la nuestra.
Hay muchos que buscan a Jesús pero algunos no tienen en cuenta esta segunda parte del mensaje, el llamado “seguimiento de Jesús” que supone cargar con su yugo. Pues si no fuera así todo acabaría en una espiritualidad sentimental, intimista, en una atracción pasajera hacia su persona pero descomprometida, sin una proyección hacia la Comunidad, hacia la familia humana. Por eso el seguimiento tiene que ser buscar y asumir “el proyecto“ de Jesús, que en definitiva es su misma vida, su entrega a los demás.
Así, se entiende lo que sigue: Aprended de mí que soy manso y humildes de corazón. Nos está invitando a una difícil tarea, sin evaluarnos previamente, el secreto es lanzarse a ella confiando solamente en su amor y así la carga resulta llevadera y ligera.