Fr. Luis de Granada O.P.
1. Mas como naturalmente suceda que nada hay sublime y grande en las cosas, que deje de ser arduo y dificultoso; es ciertamente tan difícil este sagrado oficio, si se ejercita útil y rectamente, cuanto tiene de digno y provechoso. Porque , siendo el principal oficio del Predicador , no solo sustentar a los buenos con el pábulo de la doctrina, sino apartar a los malos de sus pecados y vicios: y no solo estimular a los que ya corren ,sino animar a correr a los perezosos y dormidos; y finalmente no solo conservar a los vivos con el ministerio de la doctrina en la vida de la gracia, sino también resucitar con el mismo ministerio a los muertos en el pecado; ¿qué cosa puede haber más ardua, que este cuidado y esta empresa? Lidian a la verdad contra esto las fuerzas, y poder de la naturaleza caída, e infecta con la podre del pecado original, propensa siempre a los vicios: milita también la costumbre depravada, por no decir, envejecida de muchos y cuya fuerza es tan grande, que, como Seneca decía, no son suficientes todas las armas de la Filosofía , para sacar del corazón una peste tan arraigada.
2 ¿Pues qué diré del mundo dado todo al demonio? ¿Qué referiré de las malas compañías, malos ejemplos y consejos , injurias, afrentas, engaños, y lisonjas de los malvados, entre quienes forzosamente se ha de vivir ? ¿Con qué palabras podré yo declarar las fuerzas, las asechanzas de aquella antigua serpiente, y las tentaciones y varios ardides, que tiene para dañar? ¿Acaso no está bastantemente comprobada la verdad de lo que está escrito en el libro de Job: Aplicando su mano poderosa , esto es, la de Dios, fue sacada la Culebra enroscada? Porque, ¿qué otra mano que la de un Dios omnipotente era bastante para sacar fuera esta enroscada culebra , que con las vueltas de su cola aprieta, y ahoga las almas de los pecadores? Mientras que el fuerte armado guarda su atrio ó zaguán, si no viene otro más fuerte que él, que lo desarme y reparta sus despojos; es indecible cuan sosegadamente guarda él su puerta y retiene sus presos: pues de tal suerte cierra y obstruye todos los sentidos y resquicios, por donde pueda entrarles alguna luz, que por un cierto modo recóndito y prodigioso, viendo no vean, y oyendo no oigan, ni entiendan.
3 Ni nos embaraza poco la condición de una y otra fortuna , o adversa, o prospera: pues mientras que aquella aflige mucho, no entienden los hombres, sino lo que puede aliviar su pobreza y trabajo: como sucedió a los hijos de Israel, oprimidos en Egipto, que no quisieron oír de la boca de Moisés las palabras del Señor, por la angustia de los trabajos que los oprimían. Mas luego que el aire de la fortuna comienza a soplar favorable, y viene todo a pedir de boca, se llenan de suerte los estrechos espacios del corazón humano, que se hace sordo a casi todo lo demás. Así lo experimentó y expuso San Agustín por estas palabras: Cuando yo contemplo a los amadores de este siglo, no sé , quando la predicación puede ser oportuna para curar sus almas, porque cuando tienen como prósperas las cosas de este mundo, menosprecian con su soberbia los avisos saludables, oyéndolos como cuentos de viejas; pero cuando los aprietan las adversidades, mas presto procuran salir de donde entonces se angustian que tomar remedio para curarse.
4 En suma, para decir mucho en pocas palabras , es tan ardua y difícil empresa reducir al hombre de la esclavitud de la culpa a la libertad venturosa de la gracia, que llega a decir San Gregorio : Si atentamente consideramos las cosas invisibles, consta ciertamente , que es mayor milagro convertir a un pecador por medio de la predicación y oración, que resucitar a un muerto. Por estas razones y autoridades fácilmente podrá entender el Predicador, cuan grave negocio se le ha confiado , y cuan pesada carga se impuso sobre sus hombros: y así con cuanto anhelo debe procurar no solo aplicar un ánimo, y un estudio correspondiente a esta dificultad, sino también, y aun mucho más, con que piedad, respeto, y humildad, debe portarse con Dios: para que la Bondad y Providencia divina, que casi todas las cosas hace por medio de causas segundas, quiera servirse de él, como de instrumento apto para obra tan grande. Y de aquí comprenderá también, si no busca su gloria, sino la de su Señor , y la salud de las almas, cuanto más debe adelantar este negocio con oraciones, que con sermones: más con lágrimas, que con letras: más con lamentos, que con palabras: y más con ejemplos de virtudes, que con las reglas de los Retóricos.
GRANADA, Fray Luis de; Los seis libros de la Rhetorica ecclesiatica o de la manera de predicar, escritos en latín por el V.P. Maestro Fr. Luis de Granada, vertidos en español […], Barcelona, Imprenta de Juan Solís y Bernardo Pla, 1778, Libro 1º, Cap. IV, pp.19-20.