Evangelio del día
Vigésimo cuarta Semana del Tiempo Ordinario - Año Par
Del día 15 al 21 de Septiembre de 2024
“ ¿Quién dice la gente que soy yo? ”
Días de la semana
XXIV Domingo del tiempo ordinario Ciclo B
“¿Quién dice la gente que soy yo?”
Fr. Antonio Larios Ramos O.P.
Introducción Lecturas Comentario bíblico Pautas para la homilía Infantil
El evangelio de hoy nos alerta contra la tentación de una espiritualidad intimista o una mera adhesión intelectual. La fe es el encuentro personal con Jesús, vivido en comunidad, que nos lleva a vivir en relación con el otro.
Santos Cornelio y Cipriano
"Jesús se admiró de él"
Fray Alexis González de León O.P.
Vivir desde la confianza es permitir que Dios se manifieste en mi vida en la persona de Jesús, quien sana y salva a su pueblo de la iniquidad. Que nuestra oración sea confiada, y le pidamos a Dios que nos la aumente, para poder confesar como Tomás: Señor mío y Dios mío.
"No llores"
Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P.
Seguir el gesto de Jesús significa suscitar vida: tener piedad de los que sufren y ofrecerles nuestra ayuda; allí donde la enfermedad, el sufrimiento y la muerte parecen ser definitivas, hacer posible la esperanza de vida nueva. Es la tarea de los seguidores de Jesús, apostar por una cultura del encuentro que sabe ver al que sufre, acercarse a él, tocar el sufrimiento, llevar una palabra de vida.
San Juan Macías
"Hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado"
Monjas Dominicas Contemplativas
La buena sabiduría brota del amor. Y encuentra en la entrega total de Cristo en la cruz como expresión suprema de amor y perdón, su expresión más acabada.
"Tu fe te ha salvado, vete en paz"
Fraternidad Laical de Santo Domingo de Valencia
Todas las lecturas de hoy se resumen en que hay que mantener una actitud cristiana humilde y poner toda nuestra esperanza y nuestra fe en Dios, que es quien puede transformar nuestro interior. No podemos hacer nada sin Él.
Santos Andrés Kim, Pablo Chong y cc.mm.
"Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres"
Hna. Carmen Román Martínez O.P.
Ser discípula, al igual que discípulo, es entrar en la dinámica de Jesús de Nazaret, adherirse a su persona, ser consecuente con su proyecto hasta la muerte. Ser predicadora de buenas noticias, de una palabra fecunda, que genera vida y vida nueva.