Evangelio del día
Decimosexta Semana del Tiempo Ordinario - Año Impar
Del día 23 al 29 de Julio de 2017
“ Tú, Señor, eres bueno y clemente… ”
Introducción a la semana
Las anteriores lecturas del Éxodo nos dejaron a los israelitas saliendo de Egipto. No iba a ser fácil esa escapada. El faraón reaccionó pronto organizando una persecución para recuperar la “mano de obra” barata que estaba a punto de desaparecer. Los hebreos temieron ser presa del ejército enemigo y se quejaron a Moisés de haberlos sacado del lugar seguro en que habían vivido tanto tiempo. Sólo él confiaba plenamente en la fidelidad de Dios a su promesa, que se reveló, una vez más, favorable a su pueblo, haciéndolo atravesar victorioso el Mar Rojo y hundiendo en él a las huestes del faraón.
Pero cuesta confiar cuando la realidad es hostil. Nueva protesta del pueblo por falta de pan y de carne, añorando las ollas de Egipto (y olvidando que sus comidas de entonces las hacían estando sometidos). Y nueva demostración de la presencia providente de Dios al procurarles alimento suficiente. Haciendo balance del tiempo transcurrido por el desierto, el Señor les recuerda su solicitud por ellos y les propone un pacto que parecen aceptar de buena gana: se comprometen a observar los preceptos del Decálogo (los diez mandamientos) que Dios les dicta a través de Moisés. La alianza se ratifica y se sella con sangre. ¿Sabrán ser fieles a ese compromiso, como lo es Dios siempre al suyo?
Jesús tampoco lo tiene fácil con los que le escuchan y le piden signos evidentes de su misión entre ellos. El signo definitivo –todavía futuro- no será otro que su resurrección. Sólo convencerá a quienes desde ahora acojan con sencillez su palabra –expresada en imágenes (en parábolas)-, que les irá revelando progresivamente los secretos del reino.
Días de la semana
XVI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A
“Tú, Señor, eres bueno y clemente…”
Fray Julián de Cos Pérez de Camino
Introducción Lecturas Comentario bíblico Pautas para la homilía Infantil
Sigamos el ejemplo de Jesús, porque sólo la humildad puede vencer al mal en nuestro mundo. Ese es el poder del débil, el camino de la Cruz, un camino de abajamiento que nos conduce a la resurrección
Beata Juana de Orvieto
"Maestro, queremos ver un milagro tuyo"
Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
Por la fe, no sólo nos fiamos de Jesús y su palabra, sino confiamos ciegamente en él. Y, por humanos, nos equivocamos mil veces, las mismas que, con la sinceridad y transparencia que podemos, solicitamos perdón. ¡Señor, que no tengas necesidad de apodarnos nunca “perversos y adúlteros!
Santiago, apóstol
"Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres"
Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
En Santiago se cumplió lo que dice San Pablo en la segunda lectura: “Acosados, pero no abandonados; nos derriban pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo y conquistó la vida”
San Joaquín y Santa Ana
"La semilla cayó en tierra buena y dio grano"
Fr. Jesús Duque O.P.
La semilla cae en corazones –terrenos- favorables y desfavorables, lo que ya nos indica un destacable detalle, que Dios se declara Padre de todos y de todos quiere la salvación y su felicidad
Beato Roberto Nutter
"Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen"
D. Juan Jesús Pérez Marcos O.P.
Hemos de convertirnos para que el Señor nos cure y tengamos un corazón vivo, en lugar de uno atrofiado. Para recuperar la vista, el oído y el entendimiento, un corazón vivo y eficaz, el sacramento de la reconciliación es la mejor medicina
"Yo soy el Señor, tu Dios, tu Creador, el Sembrador"
Monjas Dominicas Contemplativas
Confiemos en la fuerza de la gracia que llevamos en el corazón y dejémonos llevar por ella. Así, no solamente cumpliremos los mandamientos sino que daremos los frutos que el Sembrador espera de nosotros: amor, alegría, paz, paciencia, longanimidad, benignidad, bondad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.
Santa Marta
"Ahora sé que todo lo que pidas a Dios te lo concederá"
Hna. Carmen Román Martínez O.P.
El amor a los hermanos es la prueba de que Dios permanece en nosotros, y nos anima a creer en el amor y ser testigo de él. Como creyentes, ¿Somos testigos del amor de Dios? ¿Lo traducimos en signos de fraternidad y solidaridad con los próximos y los lejanos?