San Pedro de Verona nació a finales del siglo XII. Fue un gran predicador y combatió al Catarismo. Por fidelidad a su misión fue martirizado en Barlassina. Es el primer mártir dominico.
Síntesis biográfica
Fiel hasta el final y dispuesto a dar la vida por la fe que había dado sentido a su existencia. San Pedro de Verona fue el primer mártir de la Orden de Predicadores. Nació en Verona a finales del siglo XII. La mayor parte de su familia era adepta de la herejía cátara. Sin embargo, desde muy pequeño mostró especial afinidad e interés por la fe de la Iglesia, a pesar de la oposición de muchos familiares.
Conoció a la Orden de Predicadores mientras estudiaba en la universidad de Bolonia. Tomó el hábito dominicano en 1221, poco antes de la muerte de santo Domingo. Su actividad apostólica se desarrolló principalmente en Milán, donde fundó en 1234 las «Sociedades de fe» y «Cofradías de María». Predicaba y organizaba debates públicos con los cátaros en varias ciudades italianas.
Fray Pedro fue nombrado inquisidor de Milán y Como por Inocencio IV. Sin embargo, su participación en el tribunal ha sido distorsionada a lo largo de la historia. Lejos de tener los rasgos de muchos inquisidores posteriores a él, Pedro de Verona, según atestiguaron sus contemporáneos, siempre profesó el principio «Hay que persuadir a la fe, pero no imponerla». El rápido culto que se difundió después de su muerte demuestra la fama de santo y predicador evangélico que poseía en el pueblo.
La oposición a la predicación de fray Pedro, por parte de sectores afines a la herejía, iba aumentando. Fue martirizado el 7 de abril de 1252 mientras se encaminaba desde Como a Milán. Más tarde su asesino se arrepintió del crimen y acabó ingresando a la Orden de Predicadores como hermano cooperador.
¿Qué nos dice hoy?
San Pedro de Verona nos recuerda que la fidelidad es posible. Ante la facilidad que nos ofrece la cultura contemporánea de descartar proyectos y personas, la vida de este santo nos propone el amor fiel y la apasionante entrega a aquel que es capaz de darnos la felicidad que nunca se acaba.