Incansable buscador de la Verdad y fiel hasta las últimas consecuencias. Fray Domingo Henares atravesó dos océanos para predicar el Evangelio en Filipinas y Vietnam. Llegó a ser obispo y fue martirizado por un grupo de perseguidores del cristianismo.
Síntesis biográfica
Santo Domingo Henares nació en diciembre de 1765 en Baena, Córdoba. Sin embargo, la pobreza obligó a su familia a trasladarse a Granada. Desde muy pequeño, Domingo manifestó grandes dotes intelectuales, por lo que su familia se esforzó por enviarlo a la Universidad granadina.
Impresionado por la labor intelectual de los frailes y las noticias que llegaban sobre sus misiones en América y Asia, se sintió motivado a entrar en la Orden de Predicadores. Fue admitido en el convento de Guadix en agosto de 1783 y ahí profesó e inició los estudios como religioso.
Sintió la llamada a entregarse a la misión fuera de España. Embarcó y, a través de México, llegó a Filipinas en julio de 1786. Continuó sus estudios eclesiásticos en Manila, ahí fue ordenado sacerdote y se dedicó a la enseñanza. En octubre de 1790 se trasladó a Tonkín, lugar conocido por la persecución implacable contra los cristianos.
En septiembre de 1800, el Papa lo nombró vicario apostólico. Era muy respetado y consultado por los mandarines. Fue gran conocedor de la medicina y la astronomía. Quienes lo conocieron aseguraron que era de gran capacidad, de carácter dulce y bondadoso. El 9 de junio de 1838 cayó en manos de perseguidores, lo metieron a una jaula y lo llevaron ante un tribunal. Fue decapitado el 25 de junio de 1838.
¿Qué nos dice hoy?
Santo Domingo Henares vivió la íntima relación estudio-misión que profesa el carisma dominicano. La formación intelectual solo tiene sentido cuando se convierte en canal de humanización. Los sistemas educativos deben tener la misión de ser guardianes de la justicia y la sana convivencia humana.