Infancia en África y su captura
Sor Teresa Chikaba nació alrededor del 1676 en la región del Golfo de Guinea, actual Ghana. Provenía de una familia noble y su padre era un jefe tribal. Desde niña, mostró una gran inquietud espiritual, haciéndose preguntas sobre el origen de la naturaleza: "¿Quién ha puesto esta flor? ¿Quién ha creado el rocío de la mañana?". Su familia, que adoraba una divinidad solar, le decía que el creador de todo era Dios, pero estas respuestas no la satisfacían.
En una ocasión, su hermano, cansado de sus preguntas, la llevó a la cima de una montaña y, al amanecer, le dijo: "Ese es el Dios al que preguntas". Sin embargo, Chikaba no quedó convencida y preguntó nuevamente: "¿Y quién ha puesto esa estrella?". Este temprano deseo de buscar la verdad marcaría el rumbo de su vida.
Otro episodio clave ocurrió cuando, cerca de un manantial, tuvo una visión de una mujer blanca con un niño en brazos. Aquella luz intensa la marcó profundamente y supo en ese momento que dedicaría su vida a ese niño blanco, a pesar de todas las humillaciones que sufriría después.
A los nueve o diez años, su destino cambió trágicamente. Mientras paseaba, fue capturada por traficantes de esclavos y llevada a un barco español. La embarcación hizo escala en Santo Tomé, donde fue bautizada a la fuerza y recibió el nombre de Teresa.
Esclavitud en España
Chikaba llegó a Sevilla y, en lugar de ser vendida en los mercados de esclavos, fue enviada a Madrid como un regalo para el rey Carlos II y Mariana de Austria, quienes la entregaron a la familia de los marqueses de Mancera.
Los marqueses la trataron con afecto y le proporcionaron educación cristiana, enseñándole a leer y escribir. También la hicieron limosnera, encargándole repartir dinero a los pobres, lo que fortaleció aún más su vocación religiosa.
Sin embargo, dentro de la casa sufrió envidias y malos tratos, especialmente por parte de una aya que la golpeaba con crueldad. A pesar de ello, nunca se quejó y soportó todo con paciencia.
Cuando tenía unos 20 años, su tío, un príncipe africano que había sido esclavizado por los franceses y luego liberado por el rey Luis XIV, viajó a España con la intención de casarse con ella y llevarla de regreso a África como reina de su pueblo. Chikaba rechazó la oferta, pues solo quería desposarse con Cristo.
Antes de morir, la marquesa de Mancera la liberó legalmente y le dejó una dote para que pudiera entrar en un convento.
Lucha por su vocación religiosa
A pesar de su libertad y su dote, fue rechazada en múltiples conventos debido a su origen africano. Ninguna comunidad de Madrid quiso aceptarla. Tras una larga búsqueda, finalmente fue admitida en Salamanca, en el convento de Santa María Magdalena de la Penitencia.
Pero incluso dentro del convento siguió sufriendo discriminación. No se le permitió vivir en igualdad con sus hermanas. No podía compartir el refectorio, el dormitorio ni el coro con el resto de las monjas. Se le asignaron las tareas más humildes, como lavar la ropa, barrer y cuidar enfermas.
A pesar de estas dificultades, Chikaba aceptó su destino con humildad y se dedicó por completo a la oración y la penitencia. Su profunda espiritualidad llamó la atención del obispo de Salamanca, quien le permitió profesar sus votos en solo ocho meses, cuando lo normal era un año de noviciado.
Una vida de oración y sacrificio
Sor Teresa Chikaba se destacó en su comunidad por su fuerte vida espiritual. Oraba largas horas, tenía una profunda devoción a la Eucaristía y a la Virgen María, y muchos creían que poseía dones místicos. Se dice que tenía el don de curación y que varios enfermos fueron sanados con su intercesión.
Vivió con humildad hasta su muerte, el 6 de diciembre de 1748, a los 72 años. Su confesor, el padre Juan Carlos Paniagua, escribió una biografía sobre ella en la que la describía como ejemplo de santidad y modelo de virtud.
El legado de sor Teresa Chikaba
Sor Teresa Chikaba es un símbolo de resistencia, fe y dignidad. Su historia es un testimonio de perseverancia en la adversidad y amor inquebrantable a Dios.
Nos deja varias enseñanzas:
- Superación de la adversidad: A pesar del racismo y la injusticia, nunca perdió la esperanza ni renunció a su vocación.
- Humildad y servicio: En lugar de exigir reconocimiento, aceptó con amor las tareas más humildes.
- Fidelidad a la fe: Desde niña, buscó a Dios con insistencia, y su vida fue una entrega total a Él.
- Denuncia de la esclavitud y el racismo: Su historia nos recuerda las injusticias que han marcado la historia y nos llama a luchar contra la discriminación.
Hoy, sus restos descansan en el convento de las Dominicas de Dueñas en Salamanca, ya que su convento original fue destruido por las tropas napoleónicas. Su proceso de beatificación sigue en marcha.
¿Qué nos dice sor Teresa Chikaba hoy?
Sor Teresa Chikaba sigue siendo una voz profética para nuestro tiempo. En un mundo donde todavía persisten el racismo, la discriminación y la falta de oportunidades para muchas personas, su vida es un testimonio de esperanza y fortaleza.
Nos recuerda que:
- Toda persona tiene dignidad, sin importar su origen o condición.
- La fe puede transformar incluso el sufrimiento en un camino de amor.
- El servicio humilde nos acerca a Dios más que los honores o el reconocimiento humano.
- La Iglesia debe ser un lugar de acogida y no de exclusión.
Su ejemplo sigue vivo y nos invita a ser constructores de un mundo más humano y fraterno.