"Alabar, Bendecir, Predicar"
Esta divisa se aplicó a la Orden desde sus primeros tiempos, como se ve en la obra del español fray Pedro Ferrand (1254-1258) en su «Leyenda» de Santo Domingo (n. 43 en Santo Domingo de Guzmán, BAC nº 490, Madrid, 1987, 827 pág).
El origen de la frase proviene claramente del lenguaje litúrgico de los prefacios, compuestos en su mayor parte antes deI s. VII. Esta frase por tanto estaba ya en uso en los primeros siglos de la vida de la Iglesia. Ahora bien, en el latín clásico estas tres palabras son absolutamente sinónimas y las tres significan: «alabar en público o públicamente» o «hablar delante de los demás» o también: «decir o hablar bien públicamente de alguien». Pero, tal como se entendían ya estos verbos en la cultura medieval, resultan a su vez una bella síntesis de la vida dominicana.
La vida dominicana, efectivamente, se fundamenta, en pnmer lugar, en la celebración litúrgica, que es proclamación de la alabanza de Dios («alabar»). En segundo lugar, en ella es sustancial la mediación presbiteral («bendecir»). En tercer lugar, la Orden de Predicadores actúa de modo especial en el ministerio de la Palabra o predicación («predicar»).
Con estas tres palabras se definen los elementos centrales del carisma dominicano: la contemplación y la acción apostólica presbiteral.