El Rosario es el último de los atributos iconográficos añadidos a Santo Domingo; desde su aparición en el arte cristiano, hasta nuestros días, es su símbolo inseparable. Suelen presentar a Santo Domingo con el rosario en la mano, colgado del cinturón, recibiéndolo de la Virgen o entregándoselo; incluso colgado del cuello de santo.
Este atributo nace sin ninguna vinculación a las fuentes hagiográficas. Arranca de una leyenda medieval, posiblemente de la época en que Domingo predicaba en los alrededores de la aldea de Prulla, en Francia. Los artistas cristianos han asumido de la tradición popular el atributo iconográfico y lo han aplicado a Santo Domingo, propagando la idea de que la Virgen se le apareció con un rosario en la mano y le encomienda su rezo y su difusión. Aunque históricamente nada se sabe de tal aparición, sí es manifiesto su amor ferviente a María, así consta en los testimonios para su canonización y en sus primeros biógrafos.
La utilización del atributo rosariano por parte de los artistas, debe conectarse con la propagación de la plegaria mariana a través de la fundación de las Cofradías y Hermandades del Rosario. Entre los dominicos que más contribuyeron a la difusión de esta devoción y plegaria mariana están Alano de Rupe (1418-1475) y Santiago Sprenger (1436-1495).