De la excelencia y clases de oración, su necesidad, progreso, forma, preparación, e impedimentos trataron ampliamente los santos doctores Agustín, León, Ambrosio, Gregorio, Hilario, Isidoro, Juan Crisóstomo, Juan Damasceno, Bernardo y otros devotos doctores, griegos y latinos. También se ocuparon de ella en sus libros de forma excelente y rigurosa, con devoción y elegancia, el glorioso y venerable doctor fray Tomás de Aquino y Alberto, de la Orden de Predicadores, y Guillermo en el tratado de las virtudes.
Con todo, queremos añadir aquí algo sobre la manera de orar, muy frecuentada por el bienaventurado Domingo, según la cual el alma ejercita los miembros del cuerpo para dirigirse con más intensidad a Dios y, al ponerlo en movimiento, es movida por él hasta entrar unas veces en éxtasis, como Pablo (2Cor 12, 2); otras en agonía, como el Salvador (Lc 22, 43); otras en arrobamiento, como el profeta David (Sal 31, 23). Consta que hubo santos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento que oraron así algunas veces.
Tal forma de orar incita a la devoción, alternadamente del alma al cuerpo y del cuerpo al alma. En el caso de santo Domingo, lo llevaba a derramar vehementes lágrimas y encendía el fervor de su buena voluntad de tal modo, que la mente no podía impedir que los miembros del cuerpo delatasen su devoción con señales exteriores. Y, por la misma fuerza de la mente en oración, a veces prorrumpía en peticiones, súplicas y acciones de gracias.
Dejando aparte sus formas muy devotas y habituales mientras celebraba la misa y en la recitación de la salmodia, durante las horas canónicas en el coro o de viaje (donde con frecuencia se le veía arrebatado de repente sobre sí mismo hablando con Dios y con los ángeles), los modos de orar a los que ahora queremos referirnos fueron los siguientes.
Versión Castellana del siglo XIV
Copiosamente e abastadamente fue dicho e conpuesto de los santos doctores Agustín, Ambrosio, Yllario, Gregorio, Ysidoro, Johan Crisóstomo, e Johan Damasçeno, e Bernardo, e de otros doctores e devotos varones, assy griegos como latinos, de la santa oración: cuanto a la su encomendación, declaración, provecho, manera e aparaiamiento, e más de los sus inpedimentos. Mas los onrados doctores fray Thomás de Aquino e fray Alberto en los sus libros, e fray Guillem en el tractado de las virtudes, muchas cosas proseguieron de la oración devotamente e con mucha sçiençia.
Mas de la manera de orar según que el alma possee el cuerpo e los mienbros del cuerpo, porque más devotamente sea levada a Dios, porque el ánima mueva el cuerpo e sea movida del cuerpo, e porque el ánima se ponga algunas vezes en la éxtasy de contemplación como si estoviesse fuera del cuerpo, assy como san Paulo (2 Cor 12, 2) algunas vezes era arrebatado del cuerpo en la contemplación de la voluntad, según que el propheta David (Sal 31, 23), según la cual manera muchas vegadas santo Domingo oraba, algunas cosas habemos de dezir e demostrar para aquellos que le quisieren remed[e]ar e con devota devoción usar.
Cierto los santos del Vieio Testamento e del Nuevo Testamento son fallados orar en tales maneras, ca la tal manera de orar ençiende la devoción. Assy uno a otro algunas vezes el ánima despertaba el cuerpo e algunas vezes el cuerpo despertaba el ánima. E este tal modo fazía a santo Domingo envolverse en lágrimas, e le encendía en fervor de caridad e buena voluntad, en tanto que non se podiesse contener que los mienbros del cuerpo non manifestassen la devoción por çiertas sennales. E por la fuerça de la voluntad que oraba, algunas vegadas se levantaba en petiçiones, ruegos e dando graçias (1 Tim 2, 1).
Los modos de orar son estos, sin otros modos que tenía muy devotos e comunes en la çelebración de la missa e en el ruego de la psalmodia de David, a do era muchas vezes arrobado súbitamente sobre sy, e fablar con Dios era visto e con los ángeles en las horas canónicas o en el coro o en el camino.