El nacimiento de las órdenes mendicantes

Cada orden mendicante, franciscanos, dominicos, carmelitas y agustinos, tiene una historia de fundación única, pero en conjunto generaron un gran cambio.


Los franciscanos y los dominicos son dos Órdenes parecidas que surgieron a la vez, pero con un origen muy diferente. Después aparecieron los carmelitas y los agustinos, fruto de comunidades de eremitas que se transformaron en mendicantes. Su fundación y dearrollo marcó un cambio en la relación entre el clero secular y religioso.

Franciscanos: tras los pasos de san Francisco

San Francisco nació en Asís en 1182 en el seno de una próspera familia. Su padre era comerciante de telas. Con 20 años participó en una guerra contra una ciudad cercana, cayó prisionero y, tras ser liberado, padeció una larga enfermedad.

¿Cómo fue la conversión de San Francisco de Asís?

Con 23 años partió a otra guerra. Entonces, en Espoleto, tuvo un sueño en el que Dios le pedía que dejase la guerra y regresase a su ciudad, lo cual fue el inicio de su conversión. Al año siguiente, en 1206, Jesús, por medio de la imagen del Crucificado de la semiderruida iglesia de San Damián, le pidió que reparase su «casa».

Esto lo asumió san Francisco de modo literal, de tal forma que, tras renunciar a todos sus bienes familiares ante el obispo, comenzó a restaurar varias iglesias cercanas a Asís.

¿Cómo se expanden los Franciscanos u Orden de los Hermanos Menores?

En 1208, escuchando el Evangelio durante la celebración de la Eucaristía en la pequeña iglesia de la Porciúncula, descubrió su vocación en favor del Reino. Entonces comenzaron a unirse a él otros compañeros. Al año siguiente escribió una Regla formada con frases del Evangelio y el Papa Inocencio III aprobó verbalmente la Orden de los Hermanos Menores.

San Francisco es una de las personalidades de la Iglesia más queridas

Desde entonces la Orden franciscana se expandió muy rápidamente, pues Francisco envió a numerosos hermanos, en su mayoría incultos, a predicar de forma itinerante, a modo de «juglares de Dios» que difundían por iglesias, plazas y encrucijadas el mensaje del amor evangélico.

Aunque aquellos primeros franciscanos no podían predicar sobre temas doctrinales debido a su falta de conocimientos teológicos, su sola presencia y sus palabras de aliento y consuelo eran más que suficientes para convertir a grandes masas. La Orden creció tan rápidamente que tuvo que dividirse en doce Provincias (regiones) en el primer Capítulo general, celebrado en 1217 en la Porciúncula.

Dos años después, san Francisco visitó el Próximo Oriente, dejando en Tierra Santa una importante presencia franciscana. Y a su regreso renunció al gobierno de la Orden. El Capítulo general de 1221 rechazó su Primera Regla –o Regla no bulada–, que había sido redactada a partir de la Regla de 1209.

El Capítulo general de 1223 aprobó la Segunda Regla –o Regla definitiva–, que fue aceptada por el Papa Honorio III (1150-1227). En 1224 Francisco recibió en el monte Alverna el don de las Cinco Llagas, que mostraban su íntima adhesión a la Pasión de Cristo.

Y en 1226 falleció en la Porciúncula tras sufrir varias enfermedades. Dos años después fue canonizado. Los franciscanos fueron –y siguen siendo– los mendicantes más numerosos con gran diferencia, pues su carisma es muy atrayente, siendo san Francisco el personaje de la Iglesia más famoso después de Jesucristo.

¿Qué hizo Santa Clara de Asís?

Santa Clara de Asís (ca. 1193-1253), amiga espiritual de san Francisco, decidió seguir sus pasos fundando con su ayuda en 1212 una comunidad de monjas que fueron el origen de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara: las clarisas.

Éstas recibieron en 1216 el Privilegio de la pobreza, que les permitía vivir sin posesión alguna, lo cual no estaba permitido al resto de las monjas. Tres días antes de su muerte, en 1253, Inocencio IV (1195-1254) confirmó la Regla propia de santa Clara. La espiritualidad de Clara está en total consonancia con la de Francisco: ascesis, fraternidad, oración y afán por vivir lo ordinario como si fuera algo único y maravilloso.

¿Cómo surgen los Dominicos o Hermanos Predicadores?

Santo Domingo de Guzmán nació en Caleruega (Castilla) hacia 1172 en el seno de una familia bien posicionada económica y socialmente. Siendo niño, fue enviado a estudiar con su tío arcipreste a un pueblo cercano. Después estudió artes y teología en el Estudio General de Palencia.

Cuando finalizó los estudios, surgió una hambruna terrible en la región y santo Domingo decidió venderlo todo, incluidos sus valiosos libros, para crear una casa de ayuda para los pobres. Su fama de santidad llegó a El Burgo de Osma y el obispo de dicha diócesis le pidió que se uniese a su comunidad de canónigos regulares, a lo cual accedió Domingo.

La fundación de la Orden de Predicadores en el Languedoc

En 1203 partió en un viaje diplomático a Dinamarca junto a su obispo, Diego de Acebes, y en él conocieron los estragos que hacía la herejía cátara en el Languedoc (sureste de Francia). Tras un segundo viaje diplomático a Dinamarca, en 1206, Diego y Domingo se sumaron a la Santa Predicación en el Languedoc, organizada por el Papa con ayuda de abades cistercienses. Ese mismo invierno fundaron una comunidad de monjas –que será, a la postre, la primera comunidad de dominicas– para que fuese el principal centro de apoyo de la Santa Predicación.

La primera Orden a la que la Santa Sede permitió predicar

Los abades regresaron a sus monasterios, Diego murió en El Burgo de Osma y Domingo se quedó predicando solo. Un año después, en 1209, el Papa convocó una cruzada contra los cátaros, pues éstos habían asesinado a su legado. Y así, en medio de la guerra, santo Domingo permaneció en el Languedoc durante nueve años predicando pobre e itinerantemente, hasta que en 1215 se le sumaron otros sacerdotes que querían predicar junto a él y fundó una comunidad de predicadores en Toulouse. Tras asumir comunitariamente la Regla de san Agustín, Domingo consiguió que el Papa Honorio III aprobase la Orden de Predicadores en 1216.

Un año después santo Domingo dispersó a sus hermanos por los principales centros universitarios de Europa para que estudiasen bien teología y creasen buenos centros de formación para la Orden. En 1220, en el primer Capítulo general, los dominicos redactaron sus Constituciones, en las que asumieron canónicamente la forma de vida mendicante, tomando como base los evangelios.

Al año siguiente murió Domingo. Sólo se conservan de él tres pequeñas cartas. Pero su espiritualidad quedó impresa en las Constituciones de las monjas y de los frailes dominicos, en cuya redacción intervino, y en sus Modos de Orar.

Santo Domingo logró fundar la primera Orden a la que la Santa Sede le permitió predicar y difundir íntegramente el Evangelio y la doctrina cristiana. Esa labor estaba restringida hasta entonces a los obispos, que constituían la «Orden de Predicadores» y la «Orden de Doctores» para predicar y enseñar el contenido de la fe de la Iglesia; dicha misión la desempeñaban junto a sus ayudantes, que podían ser clérigos diocesanos o monjes ordenados. Al resto de «predicadores» la Iglesia sólo les permitía la exhortación moral o la predicación penitencial para la conversión.

El origen de los Carmelitas, los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo

San Bertoldo del Monte Carmelo nació en Francia, estudió en París, se ordenó sacerdote y partió a Tierra Santa junto a los cruzados. Cuenta una leyenda que, tras conseguir con sus oraciones que Antioquía (Turquía) fuese liberada del asedio musulmán, decidió entregar su vida al servicio de la Virgen, haciéndose eremita en el monte Carmelo en 1156, siguiendo la espiritualidad del profeta Elías. Se le sumaron otros sacerdotes y laicos y él quedó al frente de esa colonia de eremitas.

Tras su muerte (ca. 1195), su sucesor, Brocaldo, recibió en 1209 la Regla de San Alberto, patriarca de Jerusalén. Debido a que los cruzados estaban perdiendo Tierra Santa, los carmelitas decidieron trasladarse poco a poco a Europa entre los años 1215 a 1238. Allí optaron por sumarse al modo de vida mendicante. Su nueva Regla fue aprobada por Inocencio IV en 1247.

La espiritualidad carmelita

Los/as carmelitas tienen dos modelos a seguir –además de Jesús–: la Virgen María y el profeta Elías. Su espiritualidad es más contemplativa que apostólica, de tal forma que el carmelita ha de procurar vivir en íntima relación con Dios en el silencio y la soledad de su celda. En ella, penetra hasta lo más hondo de sí mismo para reposar junto a su Amado. El apostolado es algo secundario, aunque los carmelitas también han destacado como grandes predicadores y misioneros.

¿Cómo se fundaron los Agustinos?

En el siglo XII se fundaron varias comunidades de ermitaños en el norte de Italia que siguieron la Regla de san Agustín. En 1243 cuatro de ellos fueron enviados a hablar con el Papa Inocencio IV para pedirle que les agrupase en una misma Orden, les diese una legislación y les nombrase un superior general. El Papa accedió a ello y aprobó la fundación de los Ermitaños de San Agustín como una Orden mendicante.

Los Agustinos y las Agustinas tomaron para sí la rica y profunda espiritualidad de San Agustín. Sabemos que el amor a Jesús es el centro del pensamiento de este Padre de la Iglesia, por ello su espiritualidad es muy afectiva. También a ejemplo de él, buscan el apoyo de la inestimable ayuda de la gracia divina para alcanzar la unión con Dios.

¿Por qué hay conflicto entre clero secular y mendicantes?

Hasta el siglo XIII las Órdenes religiosas vivían en paralelo al clero secular. Los monjes estaban en sus monasterios situados fuera de las ciudades, y desde ellos evangelizaban las zonas rurales. Pero los mendicantes situaron sus conventos en las ciudades y era en ellas donde predicaban, metiéndose así en el terreno del clero secular.

Esto trajo consigo un fuerte conflicto que obligó a los mendicantes a pedir bulas papales para conseguir establecerse en las ciudades y en las Universidades, donde también tenían problemas con los profesores diocesanos. Por eso, en el nacimiento y expansión de los mendicantes fue clave el firme apoyo del Papado.