Gran intelectual y ejemplar en su labor como obispo, Bartolomé de los Mártires fue un gran influyente en la Iglesia y la sociedad portuguesa de su tiempo. Su historia es testimonio de amor a la Orden de Predicadores y a la Iglesia.
Síntesis biográfica
Bartolomé Fernández nació en Lisboa en mayo de 1514. Provenía de una familia acomodada y conocida por su gran semblanza espiritual. Su nombre se debe a que fue bautizado en la iglesia de los Mártires en Lisboa.
Fue un gran latinista. Escuchar las predicaciones de los dominicos en la iglesia de los Mártires hizo nacer en él la vocación a la vida religiosa. El día de san Martín de 1528, ingresó al convento de los dominicos de Lisboa. Profesó los votos el 20 de noviembre de 1529.
En 1551 fue elegido socio del provincial para el Capítulo General de la Orden en Salamanca. En el Capítulo fue nombrado doctor y maestro en Sagrada Teología. Fue escogido prior del convento de Santo Domingo de Benfica en Lisboa, donde se caracterizó por las reformas y enseñanza de nuevas virtudes.
Al quedar vacante la sede primada de Braga, Bartolomé fue nombrado obispo. Ante su inicial negativa para asumir el cargo, su provincial, fray Luis de Granada se lo ordenó en virtud de santa obediencia. Fue nombrado arzobispo el 27 de enero de 1559. Sus biógrafos señalan que ahí «reformó la religión decaída, corrigió las costumbres deformadas y redijo las leyes divinas a su antigua pureza». Entre 1561 y 1564 participó en el concilio de Trento, donde sobresalió por su labor.
En 1582 fue aceptada su renuncia como arzobispo y se trasladó a vivir al convento de Viana. Murió el 16 de julio de 1590.
¿Qué nos dice hoy?
La labor de San Bartolomé fue más allá de los regionalismos de su época. El legado de su vida y obra son un aporte para comprender los dinamismos eclesiales y sociales de nuestro tiempo.